Donatello no se daba por vencido en su cortejo hacia Vanessa, cada día, un suntuoso ramo de rosas rojas aparecía en la puerta del departamento de Katrina, donde él creía que ella vivía, cada flor era una silenciosa declaración de intenciones, una muestra de su perseverancia.Vanessa se sentía dividida, por un lado, los audaces gestos de Donatello la halagaban, despertando un anhelo que creía olvidado, pero por otro, la sombra de Dante aún pendía sobre su corazón, era un recordatorio constante de la amargura del amor no correspondido.Un día por la mañana, Donatello le hizo una llamada.—Vanessa, querida, tengo una propuesta para ti, como sabrás, pronto tomaré el cargo de vicepresidente en nuestra empresa familiar, y no puedo pensar en nadie mejor que tú para ser mi asistente personal.Vanessa casi dejó caer el teléfono por la sorpresa. ¿Trabajar codo a codo con Donatello en el mismo edificio que Dante? Era una receta para el desastre... o la oportunidad perfecta.—Yo... no sé qué deci
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