El director Gregorio se le acercó apresurado a Amapola.—Amapola, ¿este es parte de tu equipo? ¿Por qué no lo presentas? —preguntó con cierta curiosidad.—Gregorio, te has confundido. Solo está haciendo el papel de mi guardaespaldas por un tiempo; en realidad, es mi amigo, —explicó Amapola con rapidez. —Juan, él es Gregorio, un director muy conocido en la industria.—Así que te llamas Juan, ¿verdad? ¿Te interesaría actuar? —preguntó Gregorio, intentando ser amable al darse cuenta de que no era un miembro del equipo.—No, no estoy interesado para nada en esto, —respondió Juan sin dar tantos rodeos. Pensaba que, después de ver la actuación en vivo, lo último que quería era actuar. En ese preciso momento, una voz inoportuna interrumpió.—Director, tampoco es como para buscar actores al azar, ¿no es así? No cualquiera puede actuar, —comentó Ignacio con desprecio, mientras se le acercaba acompañado de una mujer atractiva.—Sí, director, mejor llamo a un amigo del medio para que interprete
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