Narra Marina.El beisbolista, aunque me besa con la misma intensidad, parece paralizado en otras partes de su cuerpo.Así que cuando me hace falta aire, y estoy arrepintiéndome, me quiero separar pero sus manos se apoderan de los costados de mis nalgas y me sube a su abdomen creando una fricción que me deja mareada.Tengo una bata de seda, todo es accesible y sensible ahora mismo.Mi corazón bombea con demanda al él llevarme encima de la mesa en donde increíblemente a penas están marchitándose las primeras flores que me regaló.Jadeo, en protesta, cuando deja mi boca. Y cuando me doy cuenta de lo mucho que me arden los labios, porque los suyos están demasiado calientes, como si tuviese fiebre, mi cuerpo tiembla de repente al sentir su lengua también caliente y el roce de su barba en el lóbulo de mi oreja.Mi pecho sube y baja, tengo que dejarme de tonterías y quitarle esta sudadera, pero no lo logro, pues él baja mis brazos, hace que los una detrás de mi espalda, sobre la mesa; me sos
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