Narra René.Mi madre, Raúl y Roxana deciden quedarse en la sala de espera, mientras papá y los demás comenzamos a salir de la clínica tras darle todos una mirada de agradecimiento a Marina.No me gusta la idea de que tenga que quedarse aquí minutos u horas extras, pero siento que hacerla cambiar de opinión no es algo que pueda lograr en cual sea la etapa que estemos ahora.—¿Qué rayos hacía Rodrigo conduciendo el Maserati? Él lo detesta —pregunta Rafaela.—No lo sé… —Rocío suspira—. Pero hace unos minutos Casey me escribió diciendo que el auto no tiene ninguna falla, al parecer frenó de golpe y la bolsa de aire falló.—Nunca lo usa, y cuando lo hace, casi lo mata.Tras las palabras de Rolando, mi hermana Rocío rueda los ojos y se abre paso entre todos para ir delante.—Iré por el auto, infórmenme cualquier cosa. ¡Te amo papá! ¡Adiós a los demás!—¡Yo también te quiero, hermana! —Rafaela sonríe negando con la cabeza.Rolando me da una palmada en el hombro y camina en dirección a Rocío.
Narra Marina.—Salió negativo —dice mi amiga.—¿Desde cuándo lo sabes? —¡No quería ver los resultados!—¿Desde cuándo lo sabes, Hillary?—Desde el mismo día que te dije.—¿Y por qué me tuviste todo este tiempo sufriendo?Ella me ve, con poker face.—Fue ayer.—¡Pudiste haberme dicho! Dios, Hilla, lo siento, es que llegué tarde anoche, dormí malísimo y... —Tomo sus manos y la miro—. No sé qué estabas pensando si llegaba a ser positivo, pero me alegra que sea negativo.—Gracias... —Ella suspira—. Solo son los niveles del colesterol demasiado altos...—Y tú que no paras de comer comida chatarra —expreso, ella ríe, entonces la miro con insistencia queriendo decirle algo, queriendo saber qué rayos con ella y Rodrigo.—¿Podría decirlo en otro momento? —me pregunta.—¿Pero él lo sabe?—Claro, ¿qué? ¡no! Ni siquiera intercambiamos números.Cierro los ojos por un segundo. Y es que no puedo creer que esto esté saliendo de su boca, y mucho menos, que Rodrigo también haya actuado de esa forma.—
Narra Marina.El beisbolista, aunque me besa con la misma intensidad, parece paralizado en otras partes de su cuerpo.Así que cuando me hace falta aire, y estoy arrepintiéndome, me quiero separar pero sus manos se apoderan de los costados de mis nalgas y me sube a su abdomen creando una fricción que me deja mareada.Tengo una bata de seda, todo es accesible y sensible ahora mismo.Mi corazón bombea con demanda al él llevarme encima de la mesa en donde increíblemente a penas están marchitándose las primeras flores que me regaló.Jadeo, en protesta, cuando deja mi boca. Y cuando me doy cuenta de lo mucho que me arden los labios, porque los suyos están demasiado calientes, como si tuviese fiebre, mi cuerpo tiembla de repente al sentir su lengua también caliente y el roce de su barba en el lóbulo de mi oreja.Mi pecho sube y baja, tengo que dejarme de tonterías y quitarle esta sudadera, pero no lo logro, pues él baja mis brazos, hace que los una detrás de mi espalda, sobre la mesa; me sos
Narra Marina.Un poco de música de Coldplay invade mi apartamento mientras noto en el teléfono que se enciende de René que son casi las doce de la madrugada.A esta hora era que debíamos estar retornando de nuestra cita.Lo veo terminar de preparar el café cuando tengo los sándwiches listos y antes de darme el mío y yo darle su comida, se acerca para dejarme un beso rápido en los labios que me deja con el corazón en la garganta.Es diferente cuando no tengo la calentura y la molestia encima, porque me siento completamente avergonzada conmigo misma y nerviosa también por no haber podido pensar demasiado desde que él tocó la puerta esta noche.No me arrepiento de lo que sucedió, porque haberlo dejado tocarme ha sido una de las mejores cosas que he permitido en mi vida, así como el sentir que sus labios me pertenecen; sin embargo, me preocupa lo mucho que podría llegar a dejarme envolver completamente por él sin saber qué es lo que esconde.—No creo que sea buena idea —me dijo Hillary el
Narra Marina.—Lo siento yo... —Me termino acercando, apenada por mi comportamiento, pero aun así con la espina en mi pecho—. ¿A ella cómo la dejaste...?El rostro del castaño cambia totalmente.—Sé que va a creerle que fue porque estaba muy hasta el tope de alcohol; pero nada la hará entrar en razón, Marina.—Entiendo... —Mi corazón se estruja al comparar la situación con mi ex, porque yo también estuve ciega—. Ella piensa que él de verdad la ama, y seguramente también piensa que solo están pasando un mal momento y que lo van a superar.—Suenas como ella... Tomo asiento a su lado y me recuesto en su pecho cuando él me rodea por los hombros y me deja un beso en la sien.—Yo fui como ella... la entiendo.Y me hace sentir mal, porque aunque puedo por esta situación tener la certeza de que ella no está interesada de verdad en el hombre que está a mi lado, no sé si pueda decir lo mismo de él.—¿Y lo que te pasó... fue lo que te hizo reaccionar? —me pregunta. Y asiento con lentitud—. Lo s
Narra René.Mi mano viaja rápido por todo mi glande apretando un poco esta tensión, porque me gusta sufrir, aunque no me gusta que el cuerpo que recién tembló en mis manos me haga sufrir.No podía tener sexo real con ella anoche porque no estaba listo ni la cuarta parte. Y eso no solo se debe a que Karen me haya intentado besar ayer, sino porque al llegar al apartamento de Marina, no esperaba ser recibido así.Mis sentimientos están al borde y aunque no miento cuando le digo a mi masajista que mi mejor amiga es solo eso, que hayamos pasado por un momento así después de tantos años conociéndonos, después de tanto que anhelé que tan solo lo intentara bromeando, me parece imposible de asimilar tan rápido.Mis movimientos son tan rápidos como puedo, mis manos pican por la circulación; el agua fría cae por toda mi espalda mientras mi mano izquierda hace todo lo posible por mantenerse firme en los azulejos porque arde por dentro el Marina haberme clavado las uñas allí anoche.El recuerdo de
Narra René.Barnsley me palmea una nalga y le saco el dedo medio cuidando que ninguna cámara nos vea.A veces es divertido hacerlo, porque es parte de nuestra motivación, pero ahora me siento tan al borde que no quiero si quiera escuchar los abucheos del publico, ya que no estamos en casa, viajamos hasta Cincinnati para jugar con los Reds.—Un cachorro anda perdido… —Gregory aparece de la nada tras bastidores.—¡Hey! —Le abrazo, sorprendido—. ¿Qué haces aquí?—¿No supiste?—¿Qué?Levanta la manga de su suéter señalándome un yeso en la mano. Mierda. —Vuelvo antes de que acabe la temporada para hacerte pedazos —Ambos tomamos asiento en las butacas, y él parece saber que algo me pasa porque espera a que todos estén lejos para hablar de nuevo—. Te vi agotado en el último juego.—Sí... algo.—¿Estás haciéndolo correcto? —se preocupa.—Sí, tomo todo, hago el entrenamiento y... no es eso, Gregory. No tiene nada que ver con mi verdadera condición física.—¿Problemas con tu familia o con la
Mierda. No. No. Ella no puede estar aquí.—¿Pasa algo? —me cuestiona Barnsley desde primera base—. Hey, René, ¿ocurre algo...? —No respondo, no quiero hablar con nadie, solo quiero concentrarme en el juego—. ¡Duque!El chico de los Reds hace un Home Run y los gritos de la fanaticada celebrando hace que me hierva la sangre.De camino a nuestro lugar Barnsley me sigue, tocando mi hombro, y eso me molesta.—¡¿Qué carajos quieres?!Mi grito está acompañado de un empujón que lo hace caer al suelo, sorprendido.Todos mis compañeros me ven intentando encontrar una explicación lógica y necesito salir de esto.Evado a todos mis compañeros sin querer lastimarlos y corro hacia el pequeño baño para quitarme la ropa y echar el agua con hielo en mi cuerpo.Ayuda. Respiro. De verdad me ayuda.Tocan la puerta y cuando veo mi reflejo en el espejo me asusta mi propia mirada; pue se ha puesto más oscura que antes y parece que las cuencas se me van a salir, al igual que las venas de mi cuello y brazos.C