—¿Estás de acuerdo con esto? —inquiere el príncipe a su mejor amigo, sintiéndose abrumado y bastante molesto.—No lo estoy... pero relájate, nadie puede negarse.Ambos siguen escuchando una y otra vez el plan que sugiere el capitán del ejército, Rodrigo bebé de la copa que su madre le extiende cuando también, resignado, opina sobre los caminos montañosos de Francia.—¡Sabe mucho, príncipe! —le exclama el capitán, pero antes de que Rodrigo pueda responder que a él sólo le encanta leer, siente todo su estómago resolverse mientras su vista comienza a nublarse.La mente de Rodrigo sólo puede pensar en que sí, ha bebido demasiado. Bebió mucho vino en el almuerzo, nervioso por la presencia de su madre, luego fue al mini bar cuando se enteró de que Elisa podía caminar, luego volvió a tomar en la cena, ansioso porque Ana no regresaba, y ahora aquí en la sala privada. Tal vez abusó demasiado. Necesita irse a dormir.—Madre, disculpa, creo que debería irme a mi habitación. Mañana me gustar
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