MAYAEl día es bastante aburrido si estoy sola. Bueno, está Mary pero desde que se ha despertado no saca la cabeza de su nuevo teléfono. La veo deambular, seguramente hablando con Denver, y casi se cae encima del árbol de Navidad. Levanto mi teléfono, nada de Alex y los dedos me tiemblan intentando escribir. No quiero molestarle, sé que está trabajando. Odio creer que pueda mirar el teléfono y pensar: > ¡Dios! ¿Por qué es tan difícil?Cuando me suena el teléfono me lanzo a cogerlo con tantas ganas que hasta Mary me mira raro. Solo es Anna.—Hola.—Alégrate un poco de hablar con tu mejor amiga.Me levanto del sofá, cruje como las escaleras cuando las subo.—¿Cómo haces para que las cosas te den tan igual?Se ríe, sabe por dónde voy.—A ti también te dan igual.—Eso en Seattle, aquí es todo mucho más diferente. He quedado con él hoy, otra vez.—¡Cuidado con los embarazos!Me hace reír. Sin embargo ella no tiene respuestas a mis comeduras de cabeza, pero me entretiene lo
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