Todos los capítulos de De nuevo tu: Capítulo 11 - Capítulo 20
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MAYA—¿Has visto la hora que es? —refunfuña Maya metiéndose de copiloto—. Mamá me va a regañar.—Mamá lleva dormida horas. ¿No viene Denver?—No, a él le dejan mucho más tiempo. —Me mira raro porque pocas veces me muerdo las uñas—. Hueles a haber fumado.Arranco, por la posibilidad de que Alex venga ahora mismo a buscar a su hermano.—¿Y su mochila?—Se la daré mañana, cuando sea. ¿Has fumado?—Ya sabes que lo hago. Sé que has hurgado en mi maleta.—Solo te he cogido una camiseta. No es que te has esforzado mucho por ocultarla.—No se lo digas a mamá.Sé que Mary no se lo dirá porque no le importa mucho lo que hago. Aunque no es en lo que pienso ni lo que más me preocupa el resto del fin de semana.---En lo que llega el domingo por la mañana recibo unos cuantos mensajes de Alex queriendo hablar conmigo que yo no respondo. Para el sábado por la noche ya no insiste y el recuento de mensajes suman cuatro. Lo paso todo por alto. El domingo por la mañana cojo el coche rezando porque no me
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LEXCuando me despierto es tarde, pero eso no importa porque no es cómo si le importara a nadie. Cuando arrastro los pies a la cocina Denver tiene la cabeza metida en un bol de cereales de colores y en su teléfono porque será mejor que intentar establecer una conversación con la rubia que hay sentada a dos sillas de distancia.—Buenos días, Alex.—Hola, Gloria.Gloria es más mi madre que mi propia madre. Lleva trabajando en esta casa desde que nací porque claramente iban a necesitar a alguien que me cuidara. Hoy en día Gloria hace otras tareas: cocina, limpia, y aguanta las borracheras de mi madre.Me siento en la silla frente a Denver y Gloria deja un plato con gofres en mis narices. Todavía no le ha puesto nada delante a la tía rubia y la entiendo. Empujo el plato hacia ella.—Para ti —digo. No tengo hambre, he dormido como la mierda y no voy a desperdiciar algo que ha hecho Gloria.—Gracias.La he visto pocas veces caminar por los pasillos en sus idas y venidas. Es jodidamente guap
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MAYA—Bah, pasa de él. ¿Se te olvida lo que te hizo? —me aconseja Anna agarrando rebanadas de pizza de la cafetería como si la vida le fuera en ello.No me puedo creer que anoche me dedicara a cotillearlo en redes y soltar > por ahí. Mirando lo mejor es que por lo menos no comenté nada.—Ahora solo puedo pensar en la mala idea que fue beber tanto anoche. Y mi madre ya me está insistiendo para saber a que hora voy a llegar.Las dos nos arrastramos a una mesa vacía que no es difícil de encontrar. La gente ya lleva días saliendo del campus para ir a pasar las vacaciones en familia. Hoy quedamos los últimos.—Y yo tengo que coger un vuelo, me va a dar algo.Llevo a Anna en el aeropuerto antes de emprender camino. Para cuando llego al cartel de: OREGÓN 5km, ya ha pasado la hora de comer. Voy más lento. Aquí ha nevado y era lo que me faltaba, por lo menos Mary me ha dicho que ha quitado la nieve de la entrada y puedo dejar el coche encajado.Hago el intento de buscar las llaves
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MAYAEs de noche, creo que por eso estoy aquí. No tiene nada que ver con que quiera verlo realmente y volver a estar a gusto a su lado. Para nada. Es mejor zanjar las cosas.Llegamos al mirador de la ciudad. Hoy que no llueve todo es más bonito. Pero es Navidad, hay un coche aparcado a unos metros con una pareja enrollándose.—¿Traes para fumar? —me pregunta.Me rebusco en los bolsillos del abrigo, sabía que terminaríamos fumando.—¿Este es tu mejor plan para la noche de Noche Buena?—Parece que del tuyo también. —Uh, está enfadado—. Perdón, es que...—No importa.Sacude la cabeza dándole caña al mechero que no se enciende. Aparte de enfadado, está estresado, ansioso o algo así.—No quiero ser un gilipollas pero la noche ha sido una mierda.No creo que sea un gilipollas.—¿Quieres hablarlo?Pero sacude la cabeza y soltando el humo se lleva las manos a revolverse el pelo.—En realidad solo quería verte. —Cuando me mira se me olvida cómo respirar—. Fue una pasada estar contigo aquella n
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ALEXNo sé a dónde nos va a llevar esto, pero cuando la dejo en su casa por la mañana hablamos de volver a vernos pronto. Se baja de mi coche y sus zapatillas van dejando marcas en la nieve que tienen amontonada en la entrada. Se inclina un poco para meter la llave en la cerradura y los ojos se me van. La boca todavía me sabe a ella y quiero enviarle un mensaje cuando llego a casa.Me lo cruzo de sopetón en la entrada. Me echa un vistazo: camiseta arrugada por estar toda la noche por ahí tirada y vaqueros que de milagro no me arranqué anoche de lo mucho que me dolía la polla. Eso por fuera porque si viera la marcas de uñas y cómo el cuerpo todavía me arde...—Feliz Navidad, hijo.Sospecho. Últimamente no me echa tanto en cara ser un perdedor.—Feliz Navidad —musito así como lo veo irse.Es muy pronto, son solo las ocho, Maya quería que la dejara pronto en casa. No es hora de que esté bien vestido y repeinado como un gilipollas.Me parece ridículo que esté pillado por una tía treinta a
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MAYAEl día es bastante aburrido si estoy sola. Bueno, está Mary pero desde que se ha despertado no saca la cabeza de su nuevo teléfono. La veo deambular, seguramente hablando con Denver, y casi se cae encima del árbol de Navidad. Levanto mi teléfono, nada de Alex y los dedos me tiemblan intentando escribir. No quiero molestarle, sé que está trabajando. Odio creer que pueda mirar el teléfono y pensar: > ¡Dios! ¿Por qué es tan difícil?Cuando me suena el teléfono me lanzo a cogerlo con tantas ganas que hasta Mary me mira raro. Solo es Anna.—Hola.—Alégrate un poco de hablar con tu mejor amiga.Me levanto del sofá, cruje como las escaleras cuando las subo.—¿Cómo haces para que las cosas te den tan igual?Se ríe, sabe por dónde voy.—A ti también te dan igual.—Eso en Seattle, aquí es todo mucho más diferente. He quedado con él hoy, otra vez.—¡Cuidado con los embarazos!Me hace reír. Sin embargo ella no tiene respuestas a mis comeduras de cabeza, pero me entretiene lo
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MAYALas piernas todavía me tiemblan cuando me siento a su lado. ¿Vamos a repetirlo? Quiero repetirlo.Alex echa la cabeza por el borde del jacuzzi y me mira.—¿Estás bien?Estoy de maravilla.—Increíble —admito y le hago sonreír—. ¿Y tú?—De la hostia.Ahora él me hace sonreír. Eso por no hablar de que no me siento incómoda esta vez. Puede que sea porque las brubujas del jacuzzi me tapan hasta por encima del pecho o porque Alex solo me mira a los ojos pese a que yo no soy capaz de aguantarle la mirada más de un par de segundos.—Te está sonando el móvil —digo, pasando por alto que el mío también ha sonado hace poco.—No me importa.Suspiro y me echo contra el borde frío de mármol. Veo fuera del baño como nuestra ropa está echa un desastre en el suelo, como la cama o como el desastre que sea que hemos formado entre los dos.—¿En qué piensas? —me pregunta. Él solo se responde como si yo fuera un libro abierto—. En que esto es raro de cojones porque fui un hijo de puta contigo.Giro la
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ALEX—¿Ya te ha dejado la niñata? —Son las diez de la noche y ya está borracha. Ha estado a punto de tirarse el vino por encima dos veces—. Demasiado joven para ti. Ya le has dado de nuestro dinero y se ha servido lo que quería.Lo mejor que puede hacer es pasar de responder, pero entra al trapo como cada día.—Bebe más a ver si así dejo de entenderte.Es la última noche del año y ya no espero que finjan nada. La cena se queda fría a medida que discuten. Me quitan el hambre si es que en algún momento lo he tenido. Empujo el plato y me levanto. Están tan enzarzados en discutir que el único que me mira es Denver, cuando sale a buscarme ya llevo medio porro consumido.—¡Eres un asqueroso! ¡Mira lo que le has hecho a esta familia!—¡Será porque solo sabes beber y meterte socios entre las piernas! ¡Que no te aguanto!Denver abre la puerta corredera, chirría un poco por la nieve que se ha quedado atascada en los raíles.—Está nevando, ¿qué haces aquí fuera?Me dan ganas de responderle mal.
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MAYACuando dejo a Denver y Mary en la fiesta de sus amigos, reviso el teléfono por si me ha vuelto a escribir.Alex: yo tambnSigue siendo su escueto mensaje de hace un par de minutos.No me gusta conducir esta noche, la carretera está llena de borrachos e inconscientes celebrando, pero ya que. Le he dicho a mi madre que estaría de vuelta nada más los dejara en la fiesta adolescente; sin embargo es cosa de girar el volante en un par de calles para llegar al campus. No tengo ningún plan. Dejo el coche en doble fila y me quedo unos momentos dentro, pocos, pero dan para que una pareja se siente en el maletero del coche. Todo está lleno de gente, de tanta que no caben ni en la fraternidad. No voy a ser capaz de encontrarlo, ni de coña.Le escribo un mensaje rápido a mi madre, igual ya está dormida. Respiro. ¡Vamos Maya! Menuda tontería, ya estoy temblando cuando llego al umbral de la puerta. Me repito que no estoy aquí por otra cosa que no sea ver a Alex.—Quítate del medio —me empuja un
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ALEX¿Pero cómo no me va a gustar? ¿Sabe acaso lo sexy que es dejando que la folle dónde quiera? Aunque no tengo muy claro si esta noche tengo yo todas las de dominar. Y me la suda. Puede hacerme lo que quiera, que viendo su espalda desnuda a través del espejo y cómo menea las caderas contra mi polla, me doy por servido.Quiero mantener el placer que me recorre por dentro. Difícil si me centro en lo estrecha que está y el gusto que me da deslizarme dentro de ella. He perdido la cuenta de cuantos polvos hemos echado en esta última semana, pero no los suficientes como para saciarme.Los dedos de Maya me tiran del pelo y llevan mi boca a su piel. Me sueltan cuando rodeo su pezón con mis dientes solo para taparse la boca y camuflar sus gemidos. Le aparto la mano y la devuelvo a mi cuero cabelludo. Me entiende enseguida.—Quiero escuchar lo mucho que te gusta. —Cada vez que gime la polla me palpita y es lo más excitante que me ha pasado jamás. Cuando abre la boca y gime, me meto tan dentro
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