DANISHKA. No tenía idea de quien era este hombre. ¿El ruso que quiere mi cabeza? Su acento es muy diferente, sin embargo, por la forma en que me observa, se puede detallar el odio hacia mí o hacia mis padres. No lo sé. Pero, tengo miedo. — Así que, tú eres la joven que Roman buscaba desesperadamente — masculla, caminando a mi alrededor —. Te ves bien. Lástima que no eres mi tipo…, pero al parecer, el de mis hombres, sí. —¿Qué quieres? — musité, intentando mantenerme fuerte. Mis brazos dolían de estar colgada —. Ni siquiera sé quién eres. — Entonces, los rumores son ciertos. De que no tienes memoria de tu pasado — murmura. Es un hombre alto, canoso. Para muy mayor, pero definitivamente, se mantiene —. Eso no es impedimento. — No quiero problema. No sé qué fue lo que hicieron mis padres para que los mataran, pero yo… — ¿Tus padres? Más que nada, tú eres la causante, niña — graznó, posicionándose frente a mí —. Más vale que empieces a recordar donde ocultaste mi oro, de lo contrari
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