KATIA VEGAHuyendo de mis deseos y mis debilidades, firmé, dejando en claro que ya no era la misma mujer que se derretía por él, aunque fuera mentira. Le entregué la pluma y quise mantenerme fuerte, pero mis ojos me estaban traicionando, tuve que desviar la mirada para que no viera como las lágrimas comenzaban a formarse en el borde de mis párpados, pero él me tomó con firmeza por el mentón, enganchando sus ojos a los míos, hipnotizándome, acelerando mi corazón y arrancándome el alma. —Solo firma y terminemos con esto —pedí en un susurro, quedándome sin voz mientras su rostro se acercaba lentamente. ¿Me iba a besar?Cuando su aliento chocó con mi boca, su teléfono comenzó a sonar, logrando
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