Capítulo ciento cuatro: Vete a los mil infiernos —¿Dime una cosa...?De repente Praxis cambiaba de actitud y Thalia le miró algo confundida. Por suerte había podido dejar el micrófono puesto en donde pudo debajo de la mesa y ya podía irse. Por mucho que le apeteciera embriagarse de la colonia de su marido, saborear el color eléctrico de sus ojos en los suyos, mirar todo ese cuerpo que tan bien conocía y comérselo a besos, sabía que estaba siendo observada y escuchada, eso le impedía cumplir sus deseos.—¿Lo que quieras?—¿Dónde están tus sortijas de matrimonio? —Me las he quitado —respondió ella haciendo un amago dudoso, no entendía nada.—Te preguntado: ¿Dónde están? No, ¿si te las has quitado porque eso salta a la vista?—No lo sé Praxis, en mi bolso supongo, en casa. No me importa dónde están, no me las pondré más —habló con palabras enredadas unas con otras, se había puesto nerviosa, no entendía la pregunta y no sabía qué decir si es que ella no se la había quitado. Todo era asu
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