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63 chapters
Capítulo 60: Más sorpresas
Antonella no podía dejar de sonreír mientras observaba a Leo bailar. Los dos habían tenido su oportunidad de bailar juntos y después Antonella había bailado tanto como con su padre y el de Leo, antes de que aquel baile sorpresa comenzara. No era una imagen que habría esperado, y por supuesto, le sorprendió lo bien que él se movía. ¿Acaso había algo que no hiciera bien? A su lado, Vincenzo y Gio, también se movían al ritmo de la música. Se pregunto cuándo se habían reunido para ensayar, ya que los tres estaban muy bien coordinados.A su lado, su gemela soltó un chillido cuando Leo hizo una voltereta perfecta para atrás.—Es mucho mejor de lo que esperaba comentó —dijo Sienna, aplaudiendo—. Espero que el camarógrafo este grabando esto. Pienso reproducir el video cada navidad.—No puedo creer que consiguieras que aceptaran, en especial Gio —comentó Antonella, sin dejar de prestar atención al espectáculo.—No fue tan difícil como crees. A Leo solo tuve que decirle que te gustaría verlo ba
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Epílogo
Leo colocó a su hija, Alessia, en la cuna con delicadeza, cuidando de no hacer ningún movimiento brusco que pudiera despertarla, algo difícil de hacer cuando sostenía a su hijo, Nicolás, en el otro brazo, quien dormía con la misma serenidad. Después de semanas de práctica, finalmente dejaba de sentirse incapaz de criar a dos bebés al mismo tiempo.Después de acomodar a los gemelos en la cuna doble, se quedó a un lado, observándolos dormir. Se veían tan tranquilos que resultaba difícil creer que apenas una hora antes habían causado un alboroto porque su madre se había demorado unos segundos en alimentarlos.—¿Cuándo crees que pueda jugar con ellos? —preguntó Joseph.Leo giró la cabeza y vio a su hijo mayor de pie junto a los pies de la cuna, con el mentón apoyado en el borde de madera, observando a los gemelos. Para su edad, ya era más alto que el promedio, y Leo estaba seguro de que algún día alcanzaría su estatura.—En algunos meses.Joseph frunció el ceño, un puchero formándose en su
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Epílogo 2
—¿Cómo me veo? —preguntó Antonella, girando al escuchar la puerta del baño abrirse.Leo la observó detenidamente, sus ojos recorriéndola lentamente. Antonella sintió sus piernas flaquear ante la intensidad de su mirada.—Estás tan hermosa como siempre —respondió finalmente Leo, avanzando hacia ella.—Detente justo ahí. Puedo ver tus intenciones reflejadas en tus ojos.—¿Ah, sí? ¿Y cuáles son? —Leo esbozó una sonrisa ladina.—No finjas que no lo sabes. —Antonella le dio una mirada severa, o al menos esperaba que lo fuera—. Ya perdimos suficiente tiempo cuando decidiste colarte en la ducha mientras me bañaba.—No escuché quejas en ese momento, solo gemidos.El rubor subió a las mejillas de Antonella. Incluso después de tantos años juntos, él todavía lograba hacerla sonrojar. Leo continuó acercándose, hasta que finalmente la alcanzó. Sus manos rodearon suavemente su cintura, y se inclinó hacia ella antes de besarla con posesividad.—Nunca me canso de besarte —murmuró contra sus labios, y
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