Dorian se acercó, mirando el frasco en las manos de Phoenix con un interés genuino. Hizo otra reverencia y, con un gesto respetuoso, pidió permiso para demostrar la aplicación de la fragancia. Phoenix lanzó una mirada a Ulrich, quien asintió brevemente, aunque con una expresión cautelosa. Ella entregó el frasco a Dorian, quien, con cuidado, tocó la tapa del perfume y aplicó una gota de la fragancia sobre la piel de ella. Su mano rozó levemente los cabellos oscuros de Phoenix al apartar un mechón de su cuello, permitiendo que el perfume se esparciera en su piel.Ulrich observaba la escena, y un malestar inesperado lo invadió. Había algo en la manera en que Dorian tocaba a Phoenix que le incomodaba, una proximidad que consideraba innecesaria. Los celos subieron en él como una ola, y sintió el impulso de alejar a Dorian.“Es suficiente,” dijo Ulrich en un tono bajo, pero firme, sus ojos fijos en el diplomático. “¿Qué quieres aquí, Dorian? No fuiste invitado a este encuentro.”Dorian mant
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