Ulrich entró en la sala del trono, sus pasos resonando por el salón silencioso mientras las miradas de reprobación y recelo de los nobles se volvían hacia él. Ese era el tipo de ambiente que Ulrich despreciaba, marcado por falsedad e intrigas, un lugar donde las segundas intenciones corrían libres como un río hacia el mar. Sin embargo, mantuvo el rostro serio, la mirada fija, y una expresión de acero.Karl Dubois se detuvo frente a él, con el rostro tenso, y alrededor estaban reunidos Lord Thaddeus Rivestone, el Marqués Alistair Dewhurst, el Vizconde Edwin Moorfield, el Barón Harren Driftwood, el Conde Leopold Riverhaven y Lord Gregor Stormvale, todos con expresiones de desagrado, algunos con las cejas fruncidas en cuestionamiento, otros con los labios curvados en una sonrisa sarcástica.Ulrich caminó entre ellos, manteniendo la mirada penetrante en cada uno que se atrevía a sostenerla. Después de unos segundos de silencio, finalmente rompió la tensión opresiva con una voz cortante:"
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