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Todos los capítulos de Cariño Mío: Capítulo 21 - Capítulo 30
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Pensando lo peor
El tono de voz que usó Josefa para llamar a Andrés, lo alertó sobre un reclamo; así que, él prefirió seguir caminando como si no la hubiese escuchado, pero esto no le sirvió de nada, porque ella corrió y gritó aún más fuerte.— ¡Hey, Andrés! ¿No piensas detenerte?— Sin ganas de disimular su enfado, Josefa se agachó y recogió unas conchas de mango podridas, que estaban tiradas en el piso y se las pegó por la espalda, manchando su camisa.Andrés, se detuvo en el acto y volteó a ver a Josefa, en tanto se limpiaba su espalda con la mano.— ¿Qué te sucede Josefa? ¿te estás volviendo loca? — habló extrañado como si desconociera el motivo de su molestia.Paty, muy nerviosa por la situación, empezó a pedirle a Josefa que se fueran, pero ella se negaba en hacerlo, y solo se alteraba más cada segundo que pasaba, creando así un gran espectáculo.— ¿Por qué me dejaste sola en el gallinero, despues de haber pasado la noche juntos? ¿No se supone que eres todo un caballero?— Gritó Josefa y todos los
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Besando a su niñera
Al entrar a la cocina, Blanca observó como Andrés trataba de conversar con Tamara, pero ella solo lo ignoraba, mientras se servía un té tibio para calmar sus nervios.— Andrés, vete de la cocina por favor, necesito hablar a solas con Blanca.— Tamara miraba hacia el suelo, muy desilucionada, en tanto él se retiraba; y con su mano, señaló a Blanca la silla para que tomara asiento.— Dígame señora, ¿qué es lo que quiere conversar conmigo?Tamara sacó una pastilla de su brassier y la introdujo en su boca, para luego hablar más calmada.— Andrés me tiene preocupada Blanca, yo vine a este pueblo con la intensión de pasar un rato agradable, pero él está haciendo que pierda la paciencia, yéndose por ahí a hacer no sé qué cosas, con las marginales de este pueblo.— ¡Señora, yo no puedo opinar sobre este asunto!— Sé que no es lo más adecuado, pero él no me deja más remedio que mantenerlo vigilado. A partir de ahora, quiero que vayas a donde él vá, que comas lo que él come, que seas su sombra e
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El motorizado.
Al continuar manejando en la carretera, Andrés dudó en regresar directo a la casa de Don Cheto; así que prefirió detenerse frente al viejo bar del pueblo.— Aquí hay mucha gente, no debes tener miedo, Blanca. Estamos fuera de peligro.— ¿Miedo yo?, ¿de qué hablas Andrés? Eras tú, quien por poco se lleva un ganado entero en la carretera jajaja.Molesto al sentir que Blanca lo llamaba cobarde, Andrés se bajó del carro y aprovechó de echar un vistazo a las llantas; sin darse cuenta de quien estaba parado frente a la entrada del bar.— ¡Muchacho! ¿Qué haces aquí? ¡Que sorpresa!— Dijo uno de los viejos ganaderos del pueblo, en tanto se acercaba a él con una gran sonrisa, y extendiéndole la mano para chocarlas. — ¡Lo mismo digo, no esperaba verlo tan pronto!— Andrés, lo saludó con el mismo cariño, y por supuesto esto llamó la atención de Blanca.— ¿De dónde se conocen este par?— Dijo ella a voz baja, en tanto limpiaba el vidrio del parabrisas (con su vestido) pues estaba un poco empañado,
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El chismoso y las pistas
Andrés, no quería mostrarle la nota a Paola, pues él la conoce muy bien y sabe que de todo hace un enorme drama; pero, ella en el acto empezó a forcejear con él para obtenerla.— ¡¿Paola qué haces?!— Estiraba su brazo hacia arriba, mientras Paola saltaba para alcanzarla.— ¡Dame acá ese papel Andrés! Quiero saber quien fue el abusador que le hizo esto a tu carro, porque de seguro, tú sí conoces al tipo de la moto ¿verdad?.Entre tantos jalones y saltos bajo la lluvia, el papel terminó desintegrándose, dejando a Paola con la intriga.— ¿Ves lo que has hecho? ¡Hazte a un lado chismosa!— Furioso entró a la casa de Don Cheto, pues apenas había leído unas pocas palabras de la nota.— ¡Solo quería protegerte, Andrés!— Paola iba detrás de él, colmando aún más su paciencia.Tamara, estaba impresionada con lo que había ocurrido, pero al ver la reacción de Andrés hacia Paola, prefirió mantener la calma, y pidió a Blanca que entrara a preparar un poco de chocolate caliente para calmar las ansias
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Descubriendo la alianza
Sin tomar ningún tipo de precaución para no ser detectado, Pablo se acercó a la entrada principal de Paty, pues a un costado, estaban unos zapátos azules que eran idénticos a los que llevaba puesto el motorizado que había roto el vidrio de Andrés.— ¿Y este mequetrefe qué es lo que se cree?— Decía a voz baja, mientras se le acercaba y agachaba la cabeza, para no ser vista por las ventanas.Al voltear, y ver que Blanca se aproximaba, Pablo empezó a hacerle señas con las manos para que se retirara, pero ella hizo todo lo contrario, asomándose junto a él por la venta de la casa de Paty.— ¿Quién es ese hombre que está con Paty? ¿Y por qué te quedas aquí parado viéndolos? ¡Camina, aparte de tonto, eres un entrometido!— Decía Blanca con un tono de voz sutil, en tanto le jalaba la oreja.Pablo, instantáneamente le tapó la boca con sus manos, mientras le explicaba al oído lo que ocurría.— Haz silencio Blanca, ese hombre es el motorizado y quiero saber qué es lo que hace aquí.Al saber esto,
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El burrito
Don Cheto y Andrés, al escuchar el bullicio que había formado el burro a las afuera de la casa, no tardaron en salir, e inevitablemente reían al ver a Don Juan lidiar con el inquieto animal, que segundos después terminó tumbándolo en la calle de tierra.— ¡Caramba Juan! ¿Y es que ahora te da flojera caminar hasta acá?— Preguntó Don Cheto mientras lo tomaba por los brazos para ayudarlo a ponerse de pie, junto a Andrés.— ¡Ay Cheto! Como deseara que fuera realmente ese el motivo de mi salida en burro.— Habló en tanto se apresuraba en sostener al animal, para que este no se escapara.Viendo lo decidido que estaba Don Juan en contar todo, Polizon (muy pensativo) decidió marcharse, no sin antes despedirse de Tamara, con un beso en la mano, llamando así la atención de Andrés, y él no tardó en acercarse a su madre para interrogarla sobre Polizon.— ¿Y este lambiscón de dónde salió? ¡Si lo viera mi padre dándote besos en la mano, ya no tendría ni apellido!— expresó su enojo a voz baja, mientr
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¡A correr!
Al estar advertidos por Josefa de lo que supuestamente estaba sucediendo, todos los vecinos más cercanos se acercaron al lugar, y al ver a Blanca y Doña Tilita portando el palo cochinero, pronto empezaron a reclamar, sin tener una verdadera noción de lo que había ocurrido.— ¡¿Qué le han hecho a la pobre Paty?! ¡Esa muchacha no se mete con nadie!— Exclamó una de las vecinas en tanto se acercaba a quitárselas de las manos junto a Josefa, quien lloraba desconsolada, por su amiga inseparable.Doña Tilita, indignada al ver que todos le reclamaban sin saber, alzó la voz para aclarar el asunto, pero al contar, nadie le creía, pues no habían visto ningún chico entrar a casa de Paty, nisiquiera la problemática y chismosa, Josefa.— ¡Ella está mintiendo! ¡Paty no tiene novio! ¡De ser así ya me lo hubiera contado!— Gritó Josefa mientras lloraba intentando despertarla (agitando su cabeza), pero Paty no reaccionaba.Aireadas y llenas de angustia, las vecinas se avalanzaron contra Blanca y Doña Ti
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El tractor
Mientras Don Juan corría a toda prisa, Andrés conducía detrás de él tocándole la bocina para que se detuviera, pero él se hacía de oídos sordos, y solo apresuraba el paso, pues quería asegurarse de que Blanca y Doña Tilita estuvieran bien, ya que era lo único que le importaba en ese momento.Pronto, uno de los vecinos llamado Bernardo (que trabajaba sembrando en sus propios terrenos) los vió pasar, mientras encendía su tractor, y al ver la escena no dudó en hacerle señas a su esposa, para que esta se asomara a observar también.— ¿Viste eso mujer?— ¡Sí viejo! Temprano, las vecinas estaban comentando que ese muchacho, el familiar de Don Cheto, era quien le había prestado el dinero a Don Juan para que comprara esas vacas nuevas que tanto pasea pretenciosamente; y segurito, lo está persiguiendo para obligarlo a pagar. ¡Vaya hombrecito!De repente, Don Juan decidió meterse entre las siembras y Andrés tuvo que frenar su carro, y esperar que saliera nuevamente.— Quisiera saber ¿qué es lo
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¡Me gusta!
Sin miedo a ser descubierto, Andres salió y se puso de pie, para luego acercarse a Blanca y hablar con mucha tranquilidad.— Sí Doña Tilita, escuchó muy bien, el señor Bernardo me está buscando a mí.— Respondió Andrés, en tanto intentaba limpiar un poco la grasa que se había adherido a sus brazos.— ¿Pero qué está pasando aquí Blanca? ¿Por qué él estaba oculto?Justo en el momento en el que Blanca iba a hablar, el atrevido vecino Bernardo, no dudó en dar su opinión.— Yo soy el que le voy a decir que es lo que está pasando aquí Doña Tilita. Este chico que usted ve aquí parado, estaba persiguiendo a Don Juan, para cobrarle el dinero que le prestó, para que él comprara sus vacas. ¡Y me disculpa que me entrometa!, porque aunque a mí no me gusta el chisme, tampoco la injusticia. ¿No te da verguenza Juan?— Miraba a Don Juan de brazos cruzados, muy enfadado.Indignado, Don Juan se puso de pie y sacó a empujones a su vecino del establo, mientras que Doña Tilita, Blanca y Andrés no paraban de
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¡Espera, por favor!
Al estar nuevamente en casa junto a su esposo, Bernardo; Rosaura caminaba de un lado a otro sin saber como decirle que de alguna manera se habían vuelto complices de Doña Tilita y Blanca, pero antes de que soltara alguna palabra, él ya le notaba la intranquilidad. — ¿Qué te pasa Rosaura? Cuentame de una vez, ¿qué fue lo que sucedió?, porque no creo que estes así, por esta simple herida que me he hecho.— Habló en tanto se aplicaba un poco de alcohol.Tomando un respiro, se sentó a su lado, y soplando un poco la herida de su esposo (para que no le ardiera tanto), habló con mucha serenidad.— ¡Somos complices Bernardo! Blanca y Tilita lastimaron a Paty y ahora nos han involucrado. Por eso se ocultan en el viejo establo.Sorprendido, Bernardo terminó de curar la herida, y colocándose un poco de gasa, se puso de pie tomó el dinero que Andres le dió y salió inmediatamente por la puerta, mientras su esposa le pedía que regresara, pero el solo la ignoró.En tanto Andres, al estar en casa de
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