Todos los capítulos de LA ESPOSA VIRGEN DEL INDOMABLE CEO PARALÍTICO "Cautiva.": Capítulo 61 - Capítulo 70
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61. Entre la vida y la muerte
—Quiero que descanses. Vamos a la habitación. Angelina es lo que recuerda de aquella noche. ¿Qué importancia podía tener Angelina De Santis para pasar por semejante susto? Por todo Il Ranch sólo se hablaba de eso. Issie, Ruby y Ava corrieron despavoridas para ver a la señora Mancini pero nadie tenía permitido interrumpirla ni a ella ni al señor así que no lograron verla esa noche.Angelina todavía sentía el corazón en la garganta cuando llegó a la habitación tomando más agua y deseando que aquel día se acabara. La diferencia ahora con respecto a la primera vez que Carlo Sorventi trató de hacer lo mismo era que…se sentía sola. Pero ahora podía confiar en alguien, y ese alguien demostraba no dejandola ni un momento a sola. Angelina quería tenerlo, abrazarlo, acurrucarse en sus brazos y oír sus hermosas palabras llevándola a mundos inexplicables: ahí era su lugar seguro.Ambos, Giancarlo y ella estuvieron en su cama en la búsqueda de que ese espacio íntimo, sólo ellos dos, sólo la comp
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62. Quizás la angustia se apacigue
Aurora deja caer todo lo que tiene en mano y con un jadeo donde nombra a su padre desaparece del pasillo con Ruby siguiéndola por detrás.Y ella tiene que dar un paso hacia atrás. Sus manos tiemblan, su corazón se dispara tan fuerte que sus costillas sienten el temblor, el aire no concuerda con su mente y no tiene el oxígeno que necesita para saber que esto no es producto de su miedo. Ava solloza.—Señora.Su rostro bañado en horror mira a Ava sin aliento. Y su cuerpo se mueve por inercia. ¿Qué sucede? Sus pasos la guían con rapidez a la luz al final del túnel, un túnel que la asfixia porque por tanto que corra no observa la salida. Cada parte de su cuerpo está listo para perder el conocimiento o la misma cordura, perderá cualquiera de los dos. El gentío que ya observa en el patio señalan lo que temía, lo que no quería creer. Sus ojos cristalinos, su boca jadeante, su miedo irracional.¿Está muerto?Angelina abre la puerta de la camioneta e ignorando los llamados o las miradas, nada
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63. Una luz que brilla entre todas las demás
Nadie dice nada, ni siquiera Nina. Angelina se toma de las manos y sin mirar a nadie salvo a Vittoria que le sonríe con ánimo vuelve a ver al doctor sólo para seguirlo.Es algo sorprendente para los Mancini que uno de los suyos haya elegido a un De Santis. En la familia siempre está presente la jerarquía, y usualmente es la madre o la esposa. Giancarlo ha elegido a su esposa. Y la idea enfurece por dentro a Nina, siguiendole Isabella y Magdalena, y luego Chiara al lado de su hija quien ve la espalda de Angelina, queriendo usar su suerte en su contra. Sin embargo, atrae a su hija hacia sus brazos y carraspea.—¿Lo ves? Tu papá está bien —besa su frente—, todo saldrá bien.Aurora asiente, esnifando su nariz, mirando el camino que Angelina dejó atrás.—Quiero verlo —le dice a su madre.—Pues, tu padre prefirió primero a su nueva novia —Chiara comenta malintencionadamente. Acaricia su cabello—, pero no te preocupes, lo verás dentro de poco.—Ella es su esposa, mamá —Aurora no lo dice c
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64. Uno para siempre...
—Dimelo una vez más…—Giancarlo intenta con sus movimientos débiles tocar su rostro, y lleva sus dedos hacia la piel mojada de sus mejillas—, esto deber ser mi paraíso. Despertar…y ver que eres la primera persona que veo, cariño…—Aquí estoy, aquí estoy —Angelina se queda aquí, donde Giancarlo después de una eternidad roce su piel con la de ella porque sólo existe ahora por eso—, aquí estoy, mi vida. Juré que no te dejaría solo, ¡Por Dios! —su felicidad está repleta de sonrisas y las lágrimas que depuran aquella dolencia, aquella muerte acechando cada noche, esa tiniebla donde no le permitía mirar la esperanza—, Gracias al cielo, ¡Tengo que llamar al doctor! Tengo qué-—Quédate un minuto más a mi lado…—pide Giancarlo con voz gruesa tratando de volver a la normalidad. No será fácil de ahora en adelante pero lo intenta, como ha intentado sobrevivir a todos estos días creyendo que era su alma vagando en la tierra—, sólo un minuto más…—Cielo, necesitan chequearte. Esto es un milagro porque
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65. Nada más fuerte que ambos juntos
Es una confesión. Sus manos, con la misma suavidad de la que ya está acostumbrada, siguen tocando su rostro y no hay otro lugar en el mundo al que quiere pertenecer. Los brazos de Giancarlo son su lugar en el mundo; no quiere otro. Luego de besarlo y de sonreír como una tonta por sus palabras, Angelina se humedece los labios.—Yo creo…—comienza despacio—, que debería que irme. Hay trabajo que hacer…—¿Sí? —Giancarlo ladea el rostro con la intención de verla un poco más, en realidad, de admirarla un poco más, o lo que le queda de vida. Ya es una necesidad tocarla, buscar su cuerpo, buscar su piel. De lo contrario, sería una inmensa agonía.Angeline mueve la cabeza.—Sí, no puedo dejarlo pasar. ¿Recuerdas la última vez que hablamos sobre la evasión de impuestos? —Angelina enfatiza con suavidad—, todavía estoy en esa investigación pese a que —todavía tiene en su celular el mensaje que recibió el día anterior al accidente de Giancarlo y no. Aún no se lo ha dicho—, ¿Recuerdas lo que me
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66. En un cuento de hadas
Cansada, bastante cansada la dejó Giancarlo esa noche. A la mañana siguiente Angelina se levantó con las sábanas sobre su cuerpo desnudo y lo vio a su lado, durmiendo plácidamente mientras su brazo la atrapaba sin dejarla salir. Contenta, se acercó a él y besó su mejilla. Su esposo apenas se movió. Realmente no sabía de dónde Giancarlo sacaba tanta energía. Se había levantado, recibiendo en la puerta el desayuno y una vez había vuelto Giancarlo sólo tenía cubierto cierta parte de su cuerpo, y lo otro era una imagen que claramente le gustaba. —Buenos días —saludó Angelina mientras se acercaba con la bandeja de desayuno—, has de estar agotado. Giancarlo la recibió con una sonrisa.—No era mi atención dejarte tan cansada —Giancarlo recibió la taza de café—, pero me es inevitable.Angelina se echó a reír.—¿He hecho alguna queja? Ya estaba amaneciendo y no me había dado cuenta —dejó un rápido beso en su hombro—, quería comentarte algo…—Sabes que siempre tienes mi total atención.Ang
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67. En la puertas del averno: sin salida
Han pasado dos días desde que el mágico viaje llegó a su fin y Angelina está alistandose para tomar el vuelo devuelta a Florencia. Giancarlo está haciendo los últimos preparativos y dando la remuneración debida al hotel. Mirándose al espejo se dice que debe continuar su vida.Pero éste viaje ha causado un cambio total en lo qué quiere hacer y lo qué quiere para su futuro. ¿Dónde está la venganza y la destrucción que le prometió falsamente a Damiana? Lejos de su mente, de su vida. El hijo que le prometió entregarse, no lo hará. Ser la heredera de Della Famiglia sólo lo usará para demostrar la prepotencia de Damiana y la extorsión hacia ella. Su madre sigue estando bajo el mando de Damiana, y no va a dejar que haga lo mismo con ella. Todavía quiere quitarse el apellido De Santis, y la solicitud de residencia ya está en proceso porque en los días que Giancarlo estuvo de reposo había asistido junto a Eron a la cita. Una vez con la residencia, y el proceso de quitarse el apellido, su
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68. Sin retorno. Sólo desgracia
Hay una mala corazonada cuando, luego de haberse despertado sin ella y en soledad, aún no recibe algún mensaje. Son las ocho de la mañana, todos los Mancini están desayunando y la única que falta es su esposa. Ha intentado llamarla pero no contesta. Su seriedad está impregnada en los ojos grises que no dejan de ver el teléfono a la espera de una llamada.—¿Qué necesitas? —quien acaba de llegar a su lado y acomodarse de forma causal en la mesa es Vittoria.—¿Irás hoy a la compañía? —Giancarlo bloquea el teléfono para alzar la mirada y verla—, necesito que me hagas un favor. —No en la mañana. En la tarde —Vittoria empieza a desayunar y se le observa un peculiar gesto de confusión—, ¿Dónde está Angelina?—Supongo que salió temprano, pero sin decir nada. Lo que quiero pedirte es que si la encuentras en la oficina, le digas que la estoy buscando —hay cierto escepticismo conforme suelta las palabras. No es hombre de pedir favores pero se ha vuelto un hombre que hace cosas sin pensarlo sól
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69. Colapso
El aturdimiento aparece de forma instantanea cuando las primeras luces que ven sus ojos forman una batalla para conectar lo no real con el mundo verdadero.La cabeza gira a mil por horas. Una gran jaqueca se rehúsa a marcharse cuando se afinca en sus dos codos para parpadear y desaparecer lo difuminado de cómo ve el alrededor.Sin fuerzas, al instante no comprende, pero logra sentarse con la mano en la cabeza.Y los recuerdos aturden de forma tan abrumadora su mente que le cuesta enfrentarse, saber si realmente fue una pesadilla…Pero al ver este cuarto...Su única pregunta es: “¿Dónde estoy?”El horror la deja caer de forma precipitada y es lo único que siente al ver que está en un lugar completamente desconcido. Ventanas abiertas, un candelabro encima y varios espejos. ¿Qué es este lugar?Está vestida con la misma ropa de ayer y aún tiene sus tacones. ¿¡Qué está pasando?!Sus piernas son gelatinas al ponerse de pie pero poco a poco va saliendo del trance, arrastrandose por el cuar
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70. Todo está pérdido
Las voces murmurar cuando Angelina, bañada en lágrimas y extenuante, mira hacia todas partes. Debe encontrarlo. Él es lo único que le importa ahora, nadie más. Pero los murmullos y las ojeadas que reciben son de discordia, de incredulidad. Puede sentirlas como una flecha clavada en su nuca pero aún así no se detiene.—Angelina —Vittoria la detiene. En sus ojos ve una gran tristeza—, ¿En dónde estabas Angelina…?—¿Dónde está…? Necesito ver a Giancarlo —Angelina apenas habla con fuerza. La desesperación la controla—, ¡Dime dónde está!Pero Vittoria balbucea sin saber qué decir. —¡Descarada! ¿Qué haces en nuestra casa después de todo lo que has hecho? —un tono de voz repleto de inquinia retumba en el pasillo. Magdalena baja las escaleras. Al acercarse está lista para atacar—, ¡Eres una descarada! ¡Una escoria! ¿Cómo puedes humillarnos así?Pero Angelina se zafa de su agarra sin decir nada. —¡Quítate de mi camino! —le grita Angelina. Empieza a alejarse buscando como loca la oficina de
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