64. Uno para siempre...
—Dimelo una vez más…—Giancarlo intenta con sus movimientos débiles tocar su rostro, y lleva sus dedos hacia la piel mojada de sus mejillas—, esto deber ser mi paraíso. Despertar…y ver que eres la primera persona que veo, cariño…—Aquí estoy, aquí estoy —Angelina se queda aquí, donde Giancarlo después de una eternidad roce su piel con la de ella porque sólo existe ahora por eso—, aquí estoy, mi vida. Juré que no te dejaría solo, ¡Por Dios! —su felicidad está repleta de sonrisas y las lágrimas que depuran aquella dolencia, aquella muerte acechando cada noche, esa tiniebla donde no le permitía mirar la esperanza—, Gracias al cielo, ¡Tengo que llamar al doctor! Tengo qué-—Quédate un minuto más a mi lado…—pide Giancarlo con voz gruesa tratando de volver a la normalidad. No será fácil de ahora en adelante pero lo intenta, como ha intentado sobrevivir a todos estos días creyendo que era su alma vagando en la tierra—, sólo un minuto más…—Cielo, necesitan chequearte. Esto es un milagro porque
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