Todos los capítulos de LA ESPOSA VIRGEN DEL INDOMABLE CEO PARALÍTICO "Cautiva.": Capítulo 11 - Capítulo 20
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11. Oscuro secreto
Angelina se atraganta con el desayuno que se lleva a la boca cuando el nombre de su abuela aparece, arruinando su paz por completo. El escalofrío que la recorre de pies a cabeza la mantiene en blanco unos solos segundos y se levanta de la silla sin quitarle los ojos a Ruby, quien también la observa con un deje de pánico. Aunque quiere con todas sus fuerzas negar ésta petición de su abuela, lo más probable es que no pueda porque si hay algo a lo que ha temido toda su vida, esa es Damiana De Santis.Necesita aparentar tranquilidad, y eso es lo que hará de ahora en adelante porque ya es una mujer casada, y peor: casada con un Mancini.—Señora…—Yo la atenderé. ¿En dónde está? —Angelina se alisa su vestido a la medida ceñido a sus curvas. Lleva su cabello negro caído como cascada en su hombro y un maquillaje que resalta sus enigmáticos ojos azules. Vestirse así siempre siempre fue idea de su abuela.—Ya está esperando por usted, señora —Ruby le señala el pasillo. Angelina comienza a mo
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12. Primer círculo del infierno
—¿Por qué me haces esto…?La voz ahogada de Angelina está lejos de tranquilizarse. Un sollozo y una súplica mezclada con rabia. Su mejilla sigue enrojecida y suda frío porque la mirada fija de Damiana en ella es como si le diera el permiso para que lea sus pensamientos: sin escapatoria.—¿Ya se te olvidó lo que le hicieron a tu abuelo? —conoce perfectamente la historia contada de ambas familias. Los De Santis y los Mancini vivieron una época donde dentro de sus familias sólo había sangre, odio y soberbia por el poder. Y en esas batallas por mantenerse en el poder, su abuelo salió perjudicado. Es increíble que Damiana siga diciéndoselo una y otra vez, como si tuviese que saberlo para poder respirar—, hay que hacerles creer que la tregua ya está hecha: pero lo que nos hicieron no se borrará tan fácilmente —y Damiana se toma de las manos con aires solemne y vuelve a mirar a Angelina de la misma forma que en todos estos años: sin una pizca de amor, sólo indiferencia—, se hará una fiesta d
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13. Peligroso trato
Debe haber un error. ¿Cuántas personas en el mundo tienen ese mismo nombre y apellido? Tal vez sólo sea una coincidencia. Pero el rostro de Issie está paralizado y se ha quedado sin habla también. Angelina observa que la mujer simplemente sonríe con amabilidad. No hay porqué alarmarse. —Señora Vitelo —empieza Issie tragando saliva y acercándose hacia Angelina, pasando sus ojos hacia la nueva mujer—, disculpeme, no la había visto. —Está todo bien —responde Chiara con una voz suave y amable. Luego sus ojos viajan hasta Angelina. Estira su mano hacia ella—, es un placer. Soy Chiara Vitelo, trabajo en esta compañía. No esperaba verte tan pronto. Angelina observa su mano y no espera para estrecharla por mera cortesía. —Angelina De Santis. —Oh, sí. Sé muy bien que eres —Chiara da un apretón con la misma suavidad y da un paso hacia atrás—, felicitaciones. Acabo de enterarme que Giancarlo es tu esposo. Vaya, algo impresionante pero, mil felicitaciones. Tiene que tomarse de las manos por
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14. Una libertad dañina
Sin respiración, sin saber cómo salir de éste laberinto o cómo volverse invisible y desaparecer de sus manos. Angelina observa todo el rostro de Giancarlo no con impresión, sino con ansiedad, como si estuviera esperando algún otro movimiento. Con sus mejillas sonrojadas, sus labios húmedos y los ojos expectantes y llenos de un brillo que Giancarlo puede compararlos con las billones de estrellas en el cielo. El azul en los ojos de Angelina es ahora su cielo. Verla tan cerca de él, teniendola sólo a su merced y poniendola nerviosa se ha vuelto su vicio, y no cometerá el error de ignorar la reacción que tiene el cuerpo de Angelina cuando la toca o apenas la roza. Es divertido para él como ella se niega una y otra vez de lo que siente. Ella sóla se le delata y más ahora, que con un sólo movimiento de su cuello puede desaparecer la distancia que los une. Ni siquiera ha probado esos labios. Unos labios rojos y hermosos que deben ser algo no digno de este mundo porque Angelina o es un á
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15. Destrucción
Sólo ha conocido a su abuela como la única jefa de la familia y supone que su mamá tomará el puesto cuando llegue el momento. Una de las enemigas en bandeja de plata para Damiana es Nina Mancini: la mente detrás de todo un imperio. Mirada altiva y un aire maligno que desde su posición puede sentir. No apareció en la reunión para la boda y tampoco la ha visto desde que está en la casa de los Mancini. Creyó que simplemente ya Nina no existía, y no le preguntaría a su madre, o siquiera a su abuela sobre esa mujer. Pero algo que no puede simplemente negar es el gran parecido de ésta mujer y sus hijos, más que todos su único hijo, Giancarlo. Ojos de piedras y demasiado intimidantes como para ver fijamente o siquiera pensar en hacerlo.Observa los movimientos de su ahora nueva suegra y se mantiene quieta, alerta a lo que puede pasar o a lo que ésta mujer puede hacer.Pero Nina se gira hacia Angelina mientras Giancarlo ha cambiado radicalmente por completo su rostro, y mueve la silla de r
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16. Ambición
Al parecer la tensión nunca se acabará en ésta familia. Y ahora menos que ha tenido qué lidiar cara a cara con quien debió hacerlo en un principio, la madre de Giancarlo. No puede saber a ciencia cierta si es que todo lo que haga o piense tendrá una consecuencia pero cómo están las cosas lo más probable es que sea así. Éste matrimonio está lejos de ser lo que tiene qué ser pero Giancarlo cumplirá con su promesa y se marchará de éste lugar antes de que su propia familia se dé cuenta.Debería pedir un coche para ella sola pero ya observa a un escolta a las afueras del edificio listo para llevarla a su casa. ¿Cuál casa? No pertenece a ninguna de esas casas. No ha tenido un hogar, aunque su madre sigue siendo su madre, la quiere, la respeta. Pero no es amor de madre, es como si…tratara de evadirla. Angelina no quiere regresar a la mansión de los Mancini porque primero: hay un profundo odio en esas paredes que va quitarle el aliento si decide respirar su mismo aire y segundo: ahora que Ni
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17. Su mujer
El estado de shock que la invade es severo. Todo está mal. ¿Qué acaba de decir? Angelina no dice nada a lo que escucha. Está demasiado aturdida para lo que está pasando ahora. ¿Cómo que…sabe de éste matrimonio falso? —Vicente. —Tan sólo di que no y yo desisto de una vez —Vicente se echa a reír por lo bajo y no tiene una expresión teñida de seriedad o de algo que pueda sospechar—, discúlpame, no quiero hacerte sentir incómoda, no es mi intención. Giancarlo confía en mí y es bastante obvio, lo conozco. Puedes confiar en que no le diré a nadie, y seré la tumba que ambos quieren que sea. Pero me parece que eso no impide que me aceptes un trago. Angelina cierra la boca de golpe y mira hacia otra parte. —No creo que sea prudente. Sigo siendo la esposa de Giancarlo para todo el mundo —Angelina se remueve bastante incómoda ahora de que éste hombre sepa la verdad. ¿Cómo puede confiar en alguien a quien apenas conoce? Si decide hacerlo estará arruinada, y todo su plan se irá directo a la bo
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18. Dañino y celestial
Inevitablemente el corazón de Angelina se detiene. Sería la primera vez que estaría desnuda frente a un hombre. Pero no tiene nada de malo que su propio esposo la vea desnuda. ¿Por qué tanto alboroto entonces? Por supuesto que estará disgustada de hacer eso. Y Giancarlo por muy esposo suyo que sea no la verá de esa forma. Angelina se cubre más su cuerpo y alza el mentón para desafiarlo. —Dijiste que no me obligarías a nada —se cruza de brazos—, no voy a desnudarme frente tuyo. Giancarlo se desata los botones de sus mangas y es su turno de alzar los ojos hacia ella. El hermoso zafiro que le devuelve la mirada con el toque celestial, como él lo llama, no lo dejan continuar por al menos unos tres segundos. Que para Angelina son tres milenios y ahora su saliva se seca cuando, mientras Giancarlo la mira fijamente, su esposo se quita su propia camisa y queda sin nada que cubra su pecho. —Es mi cuarto también. ¿En dónde se supone que voy a cambiarme? —Giancarlo mueve la silla hacia
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19. Un universo despiadado
Se supone que ni su mundo ni el mundo del hombre que la hace sentir de manera extraña jamás deberían coexistir, ni mucho menos acercarse de tal manera donde cada uno de los presentes observa con impresión, boquiabiertos y sin habla al detalle que todavía no se terminaban por creer, pero que con ésta demostración se ha vuelto verídico. De Santis y Mancini sólo han avivado el fuego.El beso es un caos ardiendo: colisiona su lengua con la suya y tiene que darle paso a las ansias de Giancarlo que desnuda por completo su pensamiento. El vaivén de sus lenguas es una batalla que no es justa porque él le quita el aliento hasta el punto de contener el jadeo porque si se atreve a soltarlo no verá la cara de Giancarlo sino con vergüenza por hacer algo así. Pero son ansias voraces lo que le dicen con exactitud que Giancarlo ha llegado a su vida para arruinarla y éste beso sólo es la espada que se incrusta en su pecho.Y sin embargo, lo disfruta. Quiere separarse de él y lo hace cuando ya no pue
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20. Ruina
Podría pensar en cualquier hombre como su padre menos Carlo Sorventi, pero una de las cosas que más odia su madre es que la contradigan, y no tiene tiempo para oír sus sermones. Pero no puede dejar pasar como sus manos se movían, en cómo sus ojos evitaban ver los suyos y en cómo cambió la conversación evadiendola por completo. Como si…evitara hablar de eso. ¿Y cómo Angelina no dudaría de su padre si ni siquiera se digna en aparecer? —Mucho pensamiento, ¿No crees? —Cecilia aparece detrás de ella y Angelina vuelve a tomar la copa, sonriéndole—, ¿Cómo te va la vida de casada? —Es mejor dejarlo en incógnita. Pero no te cases nunca —Angelina sonríe hacia las felicitaciones y un par de conocidos—, al menos no con un Mancini. —Creeme, lo considero —Cecilia observa sobre su hombro para mirar como Giancarlo se acerca y le es inevitable no sonreír—, formalmente no hemos hecho una cena familiar pero en nuestra casa. Te aseguro que mucho de los nuestros quieren conocer al hombre que le quitó
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