20. Ruina
Podría pensar en cualquier hombre como su padre menos Carlo Sorventi, pero una de las cosas que más odia su madre es que la contradigan, y no tiene tiempo para oír sus sermones. Pero no puede dejar pasar como sus manos se movían, en cómo sus ojos evitaban ver los suyos y en cómo cambió la conversación evadiendola por completo. Como si…evitara hablar de eso. ¿Y cómo Angelina no dudaría de su padre si ni siquiera se digna en aparecer? —Mucho pensamiento, ¿No crees? —Cecilia aparece detrás de ella y Angelina vuelve a tomar la copa, sonriéndole—, ¿Cómo te va la vida de casada? —Es mejor dejarlo en incógnita. Pero no te cases nunca —Angelina sonríe hacia las felicitaciones y un par de conocidos—, al menos no con un Mancini. —Creeme, lo considero —Cecilia observa sobre su hombro para mirar como Giancarlo se acerca y le es inevitable no sonreír—, formalmente no hemos hecho una cena familiar pero en nuestra casa. Te aseguro que mucho de los nuestros quieren conocer al hombre que le quitó
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