Mientras tanto, en medio de la poca visibilidad que ofrecía en camino debido a fallas eléctricas ocasionadas por la destrucción, Tarek y Gaby se guiaban a ciegas, siguiendo instintivamente las indicaciones que brindaban sus memorias, palpando las paredes y avanzando uno detrás del otro. Tenían los ojos entrecerrados y media cara cubierta con parte de sus prendas, con el fin de mitigar los efectos de aspirar el polvo en el aire. Mientras seguían ese camino, unos pocos metros más adentro, Tarek, quien iba por delante, golpeó con su cabeza algo suave y cálido delante de él. Atemorizado, el jóven se detuvo bruscamente y dió un sobresalto hacia atrás, asustando también a Gaby y golpeándola con su espalda tras la reacción. Tras el impacto, la joven pelirroja sujetó parte de su rostro con una mano acariciando la zona golpeada, expresando a la vez su queja: —Auch, eso dolió—. Con la poca visión que le quedaba, Gaby buscó a su amigo con la mirada, queriendo hallar una explicación. Pero, par
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