Nick comenzó a deslizar sus manos por el cuerpo de Aitana, explorando cada curva con devoción. Sus dedos viajaron por su espalda, bajando hasta su cintura, y luego más abajo, acariciando con firmeza. Aitana gimió suavemente, su respiración se aceleró. Sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una intensidad que hacía que el aire en la sala de baile se cargara de electricidad. Con movimientos seguros, Nick deslizó una mano bajo la camiseta de Aitana, acariciando su piel desnuda. Ella arqueó la espalda, presionándose más contra él, sintiendo cómo cada toque de sus manos encendía un fuego en su interior. Nick llevó su otra mano a su muslo, levantando lentamente su falda, revelando la suavidad de su piel. Aitana lo detuvo por un momento, mirándolo con ojos llenos de deseo, de pronto se dio cuenta de que su pasión le había hecho olvidar que estaban en la academia de baile. —Nick... —susurró, su voz temblorosa—, aquí... —No te preocupes, estamos solos —respondió él con una
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