Dennis caminaba de regreso a su auto, sus pensamientos aún enfocados en su conversación con Aitana. No había salido como esperaba, pero al menos había logrado sembrar una semilla de duda. Mientras encendía el motor, su mente volvía a Verónica y al próximo paso de su plan. _ ¡Malditos! ¡Lo hicieron adrede! _ dijo apretando los puños _ ¡No me quieren cerca de Aitana, ah pero ya verán… no podrán apartarme tan fácilmente de ella! No entendía el porqué no había logrado la simpatía de los amigos de Aitana, pero presumía que algo tenía que ver su hermano en todo eso. Mientras se alejaba de la cafetería, Dennis no podía evitar sentir una mezcla de rabia y desesperación. “No permitiré que Nick me gane otra vez”, pensaba mientras apretaba el volante de su auto. Tenía que encontrar una forma de desacreditar a su hermano y ganarse la confianza de Aitana. Pero ¿cómo hacerlo sin que ella se diera cuenta de sus verdaderas intenciones? Las palabras de Verónica resonaban en su mente: “paciencia
Nick a pesar de sentir que el trabajo de oficina no era algo que particularmente le gustara a Aitana, estaba feliz porque de ahora en adelante estaría junto a ella durante mucho tiempo. No sabía que extraña magia le había dado esa idea a su amigo Lautaro, pero como fuera él no iba a desaprovechar la oportunidad que la vida le estaba dando. Ya había encargado para al día siguiente, un gran ramo de flores para entregárselas apenas ella llegara. Estaba tan feliz que sentía la necesidad de compartir su alegría con alguien, con su madre sabía que no podía hablar ya que seria ponerla en un lugar incómodo. No era algo agradable para Jo saber que sus dos hijos estaban enamorados y enfrentados por la misma mujer. Llamó a su padre, últimamente se habían acercado mucho. Steven era un hombre muy sabio y solía darle buenos consejos. El estaba encantado de que su hijo por fin se haya enamorado de alguien y que pensara sentar cabeza de una buena vez, lo único que lamentaba era que se hubiera e
Nick comenzó a deslizar sus manos por el cuerpo de Aitana, explorando cada curva con devoción. Sus dedos viajaron por su espalda, bajando hasta su cintura, y luego más abajo, acariciando con firmeza. Aitana gimió suavemente, su respiración se aceleró. Sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una intensidad que hacía que el aire en la sala de baile se cargara de electricidad. Con movimientos seguros, Nick deslizó una mano bajo la camiseta de Aitana, acariciando su piel desnuda. Ella arqueó la espalda, presionándose más contra él, sintiendo cómo cada toque de sus manos encendía un fuego en su interior. Nick llevó su otra mano a su muslo, levantando lentamente su falda, revelando la suavidad de su piel. Aitana lo detuvo por un momento, mirándolo con ojos llenos de deseo, de pronto se dio cuenta de que su pasión le había hecho olvidar que estaban en la academia de baile. —Nick... —susurró, su voz temblorosa—, aquí... —No te preocupes, estamos solos —respondió él con una
Lautaro tomaba su desayuno con gran tranquilidad, mientras su esposa lo miraba de manera inquisitiva. Después de un rato, su expresión de hastío comenzó a mostrarse. _ ¡Hala mujer! _ dijo con fastidio _ tírame de una puñetera vez lo que tienes para decirme y deja de mirarme así que me pones más nervioso de lo que estoy. Julieta se sobresaltó. Estaba tan ensimismada que no se había dado cuenta del efecto que estaba causando en su marido. _ No sé porque me dices eso _ le dijo ella en tono calmo, tratando de mostrar indiferencia _ Estoy en silencio sin decir nada… voy a pensar que Lucas tiene razón al decir que estas un poco loco. Lautaro se echó a reír, tirando su palma sobre la blanca sábana. _ Vale, ¿Ahora secundas las tonterías que dice tu hijo? _ la miró con sorna_ Qué no soy un crío y ¡hace muchos años que nos conocemos! Pero si insistes en verme cabreado, vale. Sigue con ese teatrito de mirarme así, sin decirme nada. Julieta suspiró hondo pausadamente y luego sol
Aitana se había despertado de un humor inmejorable, aún le parecía increíble haber aceptado ser novia de Nick, pero lo había hecho y por primera vez en mucho tiempo no se arrepentía en absoluto de haberlo aceptado. Ese hombre había logrado lo impensado por ella hacía un par de años atrás. Se acomodó el cabello, se había vestido de manera elegante y sofisticada acorde al puesto que ocuparía por un tiempo en la compañía. Al mirarse al espejo, vio en sus ojos un fulgor distinto, como si de repente todo en ella hubiese revivido. Habían acordado con Nick, anunciar su noviazgo delante de la familia una vez que Lautaro saliera del hospital, el hombre le había pedido a Aitana que lo dejara hablar con el padre de ella, si alguien tenía que dar la cara tendría que ser él. Bajó a toda prisa a desayunar, su hermano Lucas ya lo estaba haciendo, apenas entró al comedor el joven la miró intrigado. _ Vaya... vaya ¡Que carita de alegría tenemos hoy! _ su tono era divertido y burlón _ ¿E
Ambos hermanos se dirigieron al garaje, donde el auto familiar los esperaba. Durante el trayecto, Aitana no podía evitar sentirse nerviosa. Tenía un nudo en el estómago pensando en cómo sería trabajar con Nick tan de cerca. Aunque había aceptado ser su novia, la idea de estar juntos en un entorno profesional añadía una nueva capa de complejidad a su relación. Pero a la vez, verlo todos los días la emocionaba. Cuando llegaron a la empresa, Nick ya estaba allí, esperándola en la puerta con una sonrisa que le iluminaba el rostro. Aitana sintió que su corazón se aceleraba al verlo. Él se acercó y le entregó el ramo de flores que había encargado el día anterior. —Para ti, mi amor. Quería darte una bienvenida especial en tu primer día —le susurró Nick, con sus ojos brillando de ternura. Aitana tomó las flores, sintiéndose abrumada por el gesto. —Gracias, Nick. Son preciosas —respondió, sintiendo que sus mejillas se ruborizaban _ no hacia falta, con el hermoso regalo que me envia
Marcos Iturbe estaba cenando con un cliente, cuando divisó a lo lejos a una persona muy conocida. Frunció el ceño y apretó levemente la mandíbula. “Esa m@ldita víbora", pensó con furia el abogado al ver a Verónica. La mujer, con su porte altivo y su cabello impecablemente arreglado, se sentó en una mesa más allá de donde estaba él, tan absorta en su propio mundo que no se percató de la presencia de Marcos. La simple visión de Verónica había transformado la cena en un veneno amargo que casi le resultaba imposible tragar. —Marcos, ¿te encuentras bien? —le preguntó el cliente, notando el cambio en su semblante Marcos meneó la cabeza y forzó una sonrisa. —Oh, sí, estoy muy bien —respondió, esforzándose por mostrar indiferencia mientras volvía a concentrarse en la comida. Pero sus ojos seguían volviendo a Verónica. Al rato, vio a un joven que se acercó y se sentó en la mesa de ella. Marcos fijó levemente la mirada, intentando recordar de dónde conocía a la persona que acompañ
Verónica había quedado visiblemente inquieta ante lo dicho por Marcos la noche anterior. ¡¿Quién era el novio de Aitana?! ¿Con quién la había visto Marcos? Su poder de deducción era bastante grande, no tenía mucho margen para la imaginación. _ Debe ser Nick... _ dijo apretando la mandíbula _ ¡M@ldita niña! ¿Tú crees que es tan fácil sacarme lo que quiero? Oh queridita, eso solo se lo he permitido a tu madre, por ahora... ¿Pero tú? ¡Ja! ¡No sabes con quien te has metido! Ese hombre o termina en mi cama o en la de nadie _ dijo esbozando una cínica sonrisa, la furia y la determinación brillaban en sus ojos. En su mente, llena de pensamientos caóticos y oscuros solo uno se destacaba en ese momento: impedir esa relación a toda costa. Se levantó rápidamente de su cama, se bañó y mientras se vestía, llamó a Julieta. _ Hola hermanita, ¿Estás con Lautaro en la clínica? _ le dijo simulando un tono aniñado con el cual sabía podía sacarle lo que quería a Julieta. La otra al escucharla