Magnus suspira, cansado, tras una noche de pasión con su mujer. Aunque hubo ciertas limitaciones por su pierna aún lastimada, Irina supo hacerlo disfrutar. Era perfecta, como siempre.Es eso. La perfección de ellos como pareja es lo que en el fondo los impulsa a desafiar las reglas, a tener el control sobre otros, a saber que tengan los años que tengan juntos, la llama, la pasión, y el drama, siempre estará en sus vidas.Irina descansa completamente desnuda con la cabeza en su pecho. Sonríe en su propio sueño y su esposo, aunque le gusta sentirla feliz, se siente preocupado por todo.Se libraron de Telma y el conjunto de todas las acciones de ambos, durante estas semanas, lograron que su inocente secretaria cayera en la tentación. Ambos están completamente excitados por eso, pero hay algo que le inquieta.Al día siguiente, el ojiazul se consigue con una mujer desconocida al lado de su cama, dejando su desayuno.—¿Y tú quién eres?—Soy... Jenna, señor Keller. Su enfermera.—¿Quién te c
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