AntonellaMe levanto de golpe cuando el sonido de la alarma me despierta. Aun toda dormida, lo tomo y lo estampo contra la pared. Eso me lo enseñó Damián. Con todo el pesar del mundo, me pongo de pie, camino al baño y hago mis necesidades; me cepillo y entro en la ducha. Al terminar, salgo y observo a mi infierno, que todavía yace dormido. ¡Cada vez está más flojo! ¡Ya ni quiere trabajar!Entro al vestidor y elijo un jean azul y una franela. Busco zapatos deportivos y, por último, un bolso pequeño, donde solo guardo cuando mucho mi celular. Salgo y comienzo a peinar mi larga cabellera. Cuando estoy lista, me paro a un lado de mi infierno para despertarlo.—Amor —Intento despertarlo—. Amor, despierta. —No me hace caso, así que alzo la voz hasta que logro hacerlo despertar.—¡Cielo, eres tan molesta! —Le hago caras tristes, Damián se acerca a mi lado y me da un beso en la frente—. Lo siento, mi amor.Agarro mi bolso, camino a la salida y abro la puerta, pero antes de salir me detengo a
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