Felianor había sido mucho más grande de lo que había esperado, la ciudad era una obra de arte en sí, todos los edificios estaban distribuidos de una manera magistral y había una armonía y una simetría entre estos que resultaba obvio que todo a donde viera había estado pensado desde un inicio. A donde quiera que viera encontraba algo que llama su atención, edificios de formas que resultaban imposibles de concebir, hermosas plazas donde la gente paseaba, posadas con carteles llamativos y tan distintos entre sí que resultaba en sí una especie de atractivo turístico, ella fácil podría considerar salir un día solamente para explorar la ciudad y descubrir la gran diversidad de carteles que tenían las posadas de la ciudad. Aquella era una urbe impresionante que hacía ver a la ciudad natal de Evey como un pequeño pueblito granjero. Empero, lo más impresionante de toda la ciudad, era el Palacio Real, el cual uno podía ver por sus grandes torreones que se alzaban orgulloso
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