Al día siguiente, Enzo se levantó temprano para hacer ejercicio y drenar sus emociones. Se sentía culpable de haber lastimado a Celine con sus palabras, al punto de no poder conciliar el sueño solo pensando en lo afligida que debió sentirse anoche para llorar de esa manera tan desconsolada. Había escuchado su llanto y, aunque deseó abrir la puerta y entrar, no fue capaz de hacerlo. Mucho menos cuando ella le había pedido tiempo, decidió darle su espacio.Bajó del elevador caminando por el pasillo en dirección a la suite. No se quedarían mucho tiempo allí, apenas lograra firmar el acuerdo de negocios con el señor Johnson, volverían a Nueva York. Mientras tanto, disfrutaría al máximo sus días en la ciudad, o al menos eso fue lo que había creído, pero lo había estropeado todo.Resopló frustrado.Introduciendo la tarjeta en la ranura de la puerta, giró la manija para abrir, pero esta cedió antes, mostrando a Celine. Sus ojos la inspeccionaron de pies a cabeza, e intuyó que iba a salir al
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