—Estás hermosa.Sienna se dio la vuelta con una sonrisa en el rostro, pero esta desapareció al ver que Natasha todavía no se había cambiado para su noche de chicas. Por la mañana habían ido al spa y, después del almuerzo, habían salido de compras. Ambas se habían comprado unos hermosos vestidos para esa noche, pero Natasha no lo estaba usando.—¿Por qué sigues usando la misma ropa?Natasha hizo una mueca.—No iré contigo.—¿Por qué?—La cabeza me está doliendo. Esperaba que pasara después de una siesta, pero sigue igual. Probablemente vaya a coger un resfriado.—Oh, cariño. —Se acercó a ella y colocó el dorso de su mano sobre la frente de Natasha—. No tienes fiebre, eso es bueno. Debiste decírmelo antes, te habría llevado al doctor. Me cambiaré en este momento y…—No, no es necesario. Estaré bien. Ya tomé un analgésico y debería hacer efecto dentro de poco. Aunque no me siento con las fuerzas para salir.—Y tampoco te dejaría ir a ningún lado así. Necesitas descansar. Vamos te acompañ
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