Kassio llevó el vaso de whisky a sus labios mientras sus ojos seguían los movimientos del abogado de Nastia. El hombre aún no se había dado cuenta de su presencia. Aunque las luces estaban encendidas, Battaglia tenía una empleada, así que no tenía por qué sospechar de que las luces estuvieran encendidas.—Es una bebida bastante buena —comentó, agitando suavemente el contenido de su vaso.Battaglia se dio la vuelta demasiado rápido, tanto que le sorprendió que no se tambaleara.—¿Kassio? ¿Qué es lo que haces aquí? ¿Cómo entraste?—Debiste gastar una pequeña fortuna en esto —continuó sin molestarse en responder ninguna de sus preguntas—. Siéntate —ordenó.—Aun no me has explicado qué haces en mi casa y sin invitación.Le dio otro trago a su bebida.—Battiagli, no me gusta repetirme. Creí que después de tantos años conociéndome, ya lo sabrías. Te dije que te sientes.Durante un breve instante hubo un brillo de desprecio en los ojos del abogado, fue tan fugaz que se lo habría perdido, de
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