—Señor, la señora Volkova está en su oficina —informó Susan acercándose a él en cuanto pasó por su escritorio—. Le dije que no estaba, pero ella insistió en esperarlo.La pobre mujer se veía algo tensa, probablemente su madrastra la había llevado a ese estado. —Gracias, me haré cargo.Su secretaria dejó escapar un suspiro y se quedó atrás mientras él continuaba en dirección a su oficina. Al abrir la puerta, encontró a Nastia ocupando su silla, revisando uno documento, que dejó sobre el escritorio en cuanto él entró.—¿Es este mi aviso de despido? —preguntó, sin emoción, tomando asiento frente a Nastia.—Kassio, que bueno que ya estás aquí. Llevo un tiempo esperándote. —El reproche en su voz no le pasó desapercibido—. ¿Qué te hace pensar eso?—Si hubieras coordinado una cita, no habrías tenido que esperar. La próxima vez, sería conveniente que llames primero. —Kassio vio que Nastia quería decir algo, pero continuó—. Y lo mencionaba porque estás ocupando mi lugar. Tu hijo y tú parecen
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