Ava observaba desde lejos, con el corazón en la garganta, mientras Ammy salía de la casa. El rostro de Ammy estaba pálido, su mirada desenfocada por el miedo y la desesperación. En cuanto llegó al perímetro de seguridad, fue recibida por los policías.—¡Necesitamos un médico! —gritó Ammy, su voz temblando—. Antony está muy grave, por favor, ¡llamen a un médico!Ava, sintiendo un nudo en el estómago, corrió hacia Ammy.—¿Dónde está Sebastián? —preguntó con urgencia, su voz cargada de angustia.Ammy, con los ojos llenos de lágrimas, apenas podía sostener la mirada de Ava.—Está adentro, atado. Alejandro lo tiene prisionero —dijo, su voz quebrándose—. Está muy débil, sin agua ni comida. No sé cuánto más podrá aguantar.Los policías rodearon a Ammy, comenzando a interrogarla rápidamente.—¿Cuáles son las peticiones de Alejandro? —le preguntó uno de los oficiales.Ammy tragó saliva, tratando de mantenerse firme.—Quiere un helicóptero, cinco millones de dólares y... y a Ava —dijo, su voz d
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