Ava estaba sentada en su oficina, la mirada perdida en la pantalla de su computadora. Sus pensamientos eran un torbellino, girando incesantemente alrededor del beso apasionado que había compartido con Omar. No podía sacarlo de su mente, cada vez que cerraba los ojos, revivía la intensidad de ese momento, la conexión innegable que había sentido.El día pasó rápidamente, en un borrón de reuniones y tareas, pero su mente seguía atrapada en ese instante. Cada vez que intentaba concentrarse en el trabajo, su mente volvía a Omar y a la propuesta de encontrarse en el parque esa noche. Sabía que era una mala idea, que solo traería más complicaciones, pero su corazón latía con fuerza ante la posibilidad de verlo de nuevo.Finalmente, al caer la tarde, Ava se rindió ante la presión interna. Tomó su teléfono y marcó el número de Martha.—Martha, soy Ava —dijo, tratando de sonar casual—. Voy a llegar tarde a casa esta noche. Por favor, cuida de Bastián hasta que regrese.Martha, siempre comprensi
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