Rigo es un imbécil, siempre lo ha sido y siempre lo será, ya está escrito en su destino, pero fuera de todo, es una persona agradable en lo más profundo de él. En cuanto llego pidiéndole ayuda, me deja estar en su casa sin ningún problema, incluso me da un par de porros de marihuana por cuenta de la casa. Ese es el maldito mejor lugar en dado caso de que se quiera escapar de los problemas… Incluyendo a la policía.—Te digo, bro —está más ebrio que una cuba—. Hay que ver todo como un todo, nada importa, al final vamos a morir.—Es mentira en parte —aporta una chica de cabello azul—. Mientras vivamos, importa, porque las acciones repercuten en el futuro o el ahora.Da una calada de su porro y exhala relajada, el aroma invade mis fosas nasales. Parte del haber dejado de fumar fue el olor, es casi insoportable, además, solo provocaba que me riera como estúpida y que reflexionara de más. Aún así, una parte de mi extrañaba esta sensación de relajación. Este instante en que nada me importa
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