Ya había mandado a buscar con el enfermero, a los guardaespaldas que contrató para la seguridad de la propiedad y se acercaban al sitio.Quería también utilizar este suceso, para escarmentar a todos los empleados y que vieran las consecuencias de hacer mal su trabajo.— Señor, por favor, discúlpenos, nosotras nos equivocamos. Nos arrodillaremos delante de la señora, si es necesario, ¡déjenos ir por favor! – una de las doncellas comenzó a suplicar y todas las demás las siguieron.Perder el empleo era malo, pero después de lo que hicieron, si solo se iban con ese castigo, sería bueno, pero Henry, no era tan benevolente como Eva.— ¿Arrodillarse? Claro que se van a arrodillar, pero aun así, no compensarán el haberse aprovechado así de mi esposa, ¿quién les dio la valentía para creerse las dueñas de la casa?— ¡¿Antonio, la policía para cuando?! – le rugió al jefe de los guardaespaldas que se acercó hasta él con la cabeza baja.— Sr. ya vienen en camino— Po…poli…cía ¿por qué, nosotros no
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