Emma sintió que su cuerpo levitaba, el insoportable calor del medallón había desaparecido e intentó abrir los ojos para ver si su hermano se encontraba bien.Al hacerlo, un grito quedó atascado en su garganta. No era su imaginación, su cuerpo estaba levitando y se dirigía a hacia su habitación. Y eso no era lo peor, frente a ella se encontraba la misma anciana que los había llevado hasta ese infernal pueblo.Emma quiso hablar, gritar, moverse y atacarla, pedir explicaciones, cualquier cosa le habría bastado, pero estaba inmovilizada y su voz parecía haber desaparecido.—No te fuerces, niña —dijo la anciana y continuó caminando a su lado mientras su cuerpo levitaba y se deslizaba hacia el interior de la habitación.Finalizó su recorrido sobre la cama, una cama que, por arte de magia, se destapó sola y la cubrió con las mantas sin que la mujer hiciera otra cosa que mover sus manos desde lejos. Emma se frotó la garganta, quería pedir ayuda. Quizá Asher continuaba fuera y si ella gritaba
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