“Se podría decir que estoy jodida desde hace el día que nací” pensé burlándome de mi misma, mientras apuraba otro trago.Cuando era niña, soñaba con ser una gran doctora que curara el mal en el mundo. Recuerdo que vendaba las patitas del perrito que teníamos en casa, cosía los brazos y piernas de viejos peluches prometiéndoles que sanarían si guardaban reposo.Al cerrar los ojos por las noches, ese anhelo me llevaba a un mundo sin sufrimiento, sin lágrimas. Así, cuando él entraba a mi habitación por las noches, yo fingía ser otra persona, mientras mi mente exploraba escenarios imaginarios. Dejaba de ser Mica, la niña de diez años que sufría violaciones al menos una vez al mes, y me convertía en la doctora Mica, la salvadora.Nací en un pueblo pequeño, pero como dice el dicho "pueblo chico, infierno grande". Mi madre era la maestra del lugar, y mi padre el comisario. Éramos la familia ideal a los ojos de todos. Recuerdo vacaciones montando a caballo y nadando en el río juntos, siendo f
Leer más