5 años después…Hoy, como todos los años, celebramos un año más de vida a mis pequeños luchadores. Cada año experimentamos ese sentimiento agridulce, porque un 6 de noviembre la vida me regaló la dicha más grande de convertirme en padre, sin embargo, también dejando un vacío que se llena poco a poco sin caer en el olvido. Estos cinco años no fueron fáciles, fue una montaña rusa de emociones de altos y bajos, un año muy difícil, casi viviendo entre las paredes de las clínicas, pero como dicen; “no hay mal que dure cien años” Los mellizos, mis dolores de cabeza, pasaron varios meses en retén de neonatos, poco a poco subieron de peso y ya podía respirar por sí solos, Santiago, mi gruñón fue dado de alta primero que mi traviesa.Ese gruñonsito, joder, parece un viejo en un cuerpo de niño. Mi orgullo, eso es mi hijo. Muy maduro para sus cinco añitos, para todo tiene una respuesta directa y una inteligencia que lo sobrepasa, no obstante, lo que más me sorprende es la capacidad que tienen do
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