Con la mirada perdida en la nada, la mente llena de recuerdos y las palabras de aquel hombre que juró volver sólo por ella, Cameron se había sentado en la cama. No había palabras que decir. No había realidad en la que confiar. Y eso preocupaba a Bastián, que miraba por la ventana a dos metros de la cama de Cameron, y a Ace, que no sabía lo que acababa de oír.—Te busqué, Cameron—, insistió Bastián, volviéndose hacia ella. —Pensé que podrías ser ella, quería asegurarme de lo que veían mis ojos cada vez que estaba con ella. No sabía que tenías una hermana gemela, Cameron. No lo sabía.—¿Por qué no te callas de una puta vez? —Ace levantó la voz.—Vale, hombre, no estoy hablando contigo. Estoy hablando con Cameron, mi novia, ¡¿vale?! Así que, si te molesto, ¿por qué no te largas de aquí? —Bastián dijo.—¿Por qué no vienes y...?—¡Ya basta! —Finalmente, Cameron habló.Bastián y Ace la miraron. Parecía tan débil que lo único que Ace podía pensar era en quedarse a su lado y apoyarla como lo
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