Tercer trago de la noche y los últimos recuerdos de Cameron se repetían en su mente. Era un idiota. ¿Cómo la dejó ir con ese mujeriego que sólo quería una cosa? Debería haber dicho algo, haber hecho algo, pero no. Solo prefirió ver como le arrebataban a su mujer y no hacer nada.Finalmente, la espera llegó a su fin cuando en su espalda sintió un par de bofetadas. Diego se giró y esbozó una sonrisa.—¡Oh! Tomás, pensé que no vendrías.—¿Cómo que iba a dejar que mi amigo se tomara todas las copas para él solo?—, sonrió Tomás, sentándose a su lado, —por favor, otra ronda por aquí—, le pidió al camarero. —Y, ¿a qué debo esta llamada, ah? Creía que estabas tan ocupado que...—La verdad es que no quería verte—. Le cortó Diego.—¡Ah! ¿Te digo 'gracias por la sinceridad'?Diego sonrió. —Querías oír la verdad y te estoy diciendo la verdad. No quería verte porque cada vez que te llamaba o incluso tu cara pasaba por mi mente, recordaba lo que le hice a Cameron. No debí hacerlo y por eso no te ll
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