El albino era obstinado y le costaba admitir una derrota a viva voz, pero, dentro de sí, siempre trataba de reflexionar con respecto a sus acciones. Por lo tanto, le dio la razón a Kallen. No merecía la pena morir en esas circunstancias y en manos de los Ginebra. Tenía la obligación de mantenerse vi
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