—Buenos días, Izan —alegó con delicadeza, dando un asentimiento. —Es un honor tenerla en esta mansión. Por favor, adelante —expresó, apuntando con la mano al interior del estudio. —Te lo agradezco —ingresó al lugar, a lo que Izan cerró la puerta tras salir. —Buenos días, Serena —agregó Dannon, ap
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