El quejido de Angus estalló en la sala, con una mueca de dolor, seguido por un silencio sordo. Los ojos del hombre se iluminaron con una sonrisa feroz, disfrutando el dolor que estaba infligiendo. —¡No! —gritó Leonor, saltando hacia ellos Lanzó un grito, observando con horror cómo el arma se hundía aún más en el cuerpo de Angus, como si quisiera dividirlo en dos. Sin pensar, intentó detenerlo, antes de que pudiera hacer algo, el hombre extendió el pie haciéndola caer, sin embargo, esa distracción fue todo lo que necesitó Angus, a pesar del dolor punzante que estaba sintiendo, no se dejó caer. Se mantuvo en pie usando todo su esfuerzo, mirándole de frente al hombre con aquellos ojos fijos, llenos de una terquedad y una valentía inquebrantables. —Es... es lo último que haces —dijo con voz entrecortada, pero firme. Y con un movimiento rápido y certero, Angus logró sacar la mano del hombre de su cuerpo, liberándose del arma, al mismo tiempo que la otra mano la doblaba y golpeaba la n
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