Todos los capítulos de La tentación del CEO: Esposa ciega, vuelve a mí: Capítulo 101 - Capítulo 110
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101. Menos hablar y más actuar
Samira Eran casi las nueve de la noche cuándo regresamos a la mansión y lo primero que hice fue correr a ver a mis niños, solo para encontrarme con que ya estaban dormidos y acostados, Anya estaba dormida a su lado en una mecedora, lo que hizo que el corazón se me arrugara. Con cuidado me acerco hasta donde la mujer encuentra, sintiendo los pasos de Amir detrás de los míos yendo directo a los bebés. —Anya—digo con cuidado, pero como estuviera a la defensiva, ella se levanta en un santiamén. —¿Qué, qué? Aquí estoy niños aquí….—sus palabras van muriendo cuándo sus ojos adormilados se encuentran con los míos.—oh, mi niña ya ha llegado. —Si y te he traído un regalo—le digo, alejándome un poco para que pueda ver a Amir que está sonriendo detrás de mí. —Hola viejita. La rapidez con que Anya se pone en pie me deja alucinando y entonces lo próximo que sé es que tiene a Amir envuelto en un abrazo que él no duda en corresponder y santo padre, verlo así, tan feliz y sin todas esas barreras
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102 ¡Papi de bebés!
Amir Besar a Samira es, por mucho, una de las cosas que amo hacer, la otra es por supuesto entrar en ella y escucharla gemir y gritar mi nombre, ambas cosas que pienso hacer ahora. Mis labios se mueven sobre los de ella con maestría y sus manos recorren mi pecho de arriba a abajo mientras entramos a nuestra habitación y con delicadeza la coloco sobre la cama, deleitándome con la forma en que sus mejillas se sonrojan y sus ojos brillan. —Eres una hermosa—le digo y veo que sus mejillas se hacen aún más rojas, una princesa, mi princesa. Ella me regala una sonrisa espléndida y estira sus manos hacia mí en una petición silenciosa que cumplo de inmediato acercándome para que pueda tocarme, entonces tomándome por sorpresa, la princesa me empuja hasta dejarme sentado y siento cómo se acomoda sobre mis piernas mientras que con cuidado va desabotonando uno a uno mis botones. —Si yo soy una princesa, entonces tú eres el principe de la brillante armadura que me ha rescatado—me dice y siento q
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103. Los invitados que Karim no se espera
Samira El fin de semana junto a Amir y los pequeños se le había pasado volando, finalmente le habían podido decir a los niños que él era su padre y aunque al principio no conseguían entenderlo bien, luego no querían separarse de él y la emoción en los ojo de Amir cada vez que los bebés le decían papá, es algo que no tiene precio. Sin embargo ahora debía ponerle cara a la realidad y ese era su plan para encerrar a Karim Slait. Tal como lo venían haciendo, el encuentro fue en el hotel solo que esta vez ya no estaba solo Amir, los agentes y ella, no, el padre de Said se había encargado de llevar a un equipo de al menos cinco hombres y en lugar de estar reunidos en el salón de siempre, todos estaban metidos en una habitación VIP dónde tenían todos los aparatos. Nada más verlos entrar Said saltó sobre ellos. —Joder, ¡¡hasta que aparecen!!—les dijo, consiguiendo un gruñido por parte de Amir, que hizo que Said pusiera los ojos en blanco y ella sonriera como tonta. Algun
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104. Nos vamos de luna de miel
Amir El silencio de Samira durante el trayecto de regreso a la mansión me tiene preocupado, ella no ha dicho una sola palabra desde que nos subimos en el auto y aunque no quiero presionarla y le estoy dando su espacio me estoy empezando a desesperar. Todos sabemos que la paciencia no es uno de mis dones predilectos, lo cuál es curioso pues ahora tengo dos diablillos de hijos que estoy seguro que van a agotar mis reservas. Cuando finalmente llegamos a la mansión, la veo bajar con rapidez y correr hacia dentro haciendo que yo haga lo mismo. —¿Princesa?— pregunto y al no tener respuesta me encuentro yendo detrás de ella sin pensarlo, solo para verla ir directo hacia los bebés y fundirlos en un abrazo. El corazón se me acelera solo con ver la imagen y una sonrisa se forma en mi rostro cuándo los ojitos de los pequeños dan con los míos y extienden sus manitos hacia mí. —¡Papi de bebés! —Hola diablillos. Dejando salir un poco la risa acorto el espacio que me separa de ellos y tal co
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105. No está en discusión
SamiraLa siguiente semana es una completa locura, por orden del comandante he tenido que permanecer oculta en la mansión sin siquiera poder acercarme a las ventanas o la puerta pues estamos dando por sentado que Karim no sabe que sigo viva, pero que tiene controlados los movimientos de Amir.Y mejor ni hablar del humor con que anda mi esposo, sus ganas de acabar con todo esto son casi tan grandes como el amor que siente por nuestros hijos o por mí y ya eso es mucho decir. Tengo la sospecha de que algo más ha pasado con Karim pero él no ha querido decirme nada al respecto.No se si amarlo más o odiarlo por eso, pues muy dentro de mí sé que cualquier cosa que venga de él solo consigue alterarme y hacer que las pesadillas y los recuerdos me atormenten más de lo que ya lo hacen.Sin embargo, el ambiente hoy se ha sentido distinto, más cargado y movido que de costumbre, puedo notar la agitación en el aire y la preocupación en el rostro de Amir, como si fuera una bomba a punto de estallar
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106. La hora de la verdad
Amir Samira me va a matar de un infarto. Eso es lo único en lo que puedo pensar mientras camino como león enjaulado por la sala de la mansión. Es que ¡¿Cómo se le ocurre querer ir con ellos?! Es una locura, una completa locura y aún así ni siquiera he tenido tiempo para decirle que no y en las horas que vinieron después cada vez que intenté tocarle el tema, ella me dio esa mirada asesina y no tuve más remedio que callar. Pero lo cierto es que más que enojado, estoy aterrado. De solo pensar que la princesa estará en el mismo lugar que ese animal hace que la sangre me hierva y el miedo a que algo terrible suceda se apodera de mi. De verdad esperaba que Samira cambiara de opinión, pero las horas fueron pasando y ella se veía más decidida en cada momento, al final no he podido hacer más nada que resignarme. A las diez en punto escucho la bocina del auto de Said afuera de la mansión y por un segundo, solo uno, considero la posibilidad de irme sin que Samira se de cuenta pero lo descar
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106. El infierno está a punto de desatarse
Samira El aire se siente espeso en mis pulmones mientras espero junto a Amir y Said, con los binoculares en mis manos temblorosas. Trato de mantener la compostura, pero la ansiedad y el miedo se entrelazan dentro de mí, amenazando con desbordarse en cualquier momento. No puedo permitirme mostrar debilidad ante Amir; le prometí que podía manejar esta situación, y no quiero decepcionarlo. Entonces, como si pudiera leerme los pensamientos, siento la calidez reconfortante de la mano de Amir sobre la mía, grande, tibia y familiar y sus palabras tranquilizadoras resuenan en mi mente. —Todo va a estar bien, princesa. Estoy contigo. Probablemente lo que vamos a ver sea horrible, pero recuerda que esto es solo el inicio, no el final. Vamos a acabar con ese maldito y vamos a liberar a todas las chicas que haya traído. Una sensación de alivio comienza a desplegarse en mi pecho, aflojando, al menos un poco, el nudo de angustia que lo aprisionaba. Intento darle mi mejor versión de una sonrisa
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108. Más te vale que cumplas tu promesa
Amir El sol se cuela por entre las nubes dispersas mientras avanzamos por las calles hacia la reunión con el comandante Nadim. Han pasado tres días desde aquella noche angustiante en la que presenciamos la llegada de las mujeres al muelle, y desde entonces una tensión palpable ha llenado el aire a nuestro alrededor. En especial luego de la llamada que nos ha hecho saber que ya hay una fecha estipulada para la subasta, lo cuál me tiene con los nervios de punta aunque hago lo posible por no demostrarlo, no quiero que la princesa se altere más de lo que ya está. Samira está a mi lado en el auto, llevando el disfraz que la oculta ante el mundo, pero no puede esconder la turbación que reflejan sus ojos. Su silencio me inquieta más que cualquier palabra, y no puedo evitar preguntarle si está bien. —Princesa, ¿Estás bien? No me gusta tu silencio—, le digo, mi voz cargada de preocupación y cuidado. Ella gira el rostro hacia mí, y en sus ojos encuentro un torbellino de emociones. Es entonc
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109. No quiero vivir en un mundo en el que no estés
Samira Finalmente el día había llegado y yo no puedo controlar mis emociones. Siento que he pasado por todos los estados de ánimo posibles en menos de 24 horas:asustada, emocionada, enojada, nuevamente asustada y asi es como estoy ahora: aterrada. Yo más que nadie sabe de lo que es capaz Karim Slait. Tal vez Amir lo ha investigado, tal vez el Mossad tiene evidencia, pero nada de eso se compara con haber vivido en carne propia lo que es ser su esclava. Lo que es que te humille, te golpee… Que abuse de ti. Y es eso, saber que eso mismo es lo que va a pasarle a esas niñas, a esas mujeres que han sido robadas de su vida y su familia, lo único que hace que no me pare enfrente de Amir y le diga que no vaya, pues sé que él no dudaría ni un instante en hacer lo que le pido. Por primera vez todos estamos en completo silencio mientras escuchamos las últimas ordenes del padre de Said y repasamos uno a uno los pasos, entradas, salidas y vías de escape en la bodega. Yo voy a estar viendo todo
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110. ¿Quién da 30 mil dólares por la fierecilla?
Amir Avanzamos en la fila, pero por más que intento actuar con normalidad, es imposible ignorar la presencia de tantos rostros conocidos y públicos entre la multitud. Cada uno de ellos representa todo lo que detesto de este país: la corrupción, la impunidad, la indiferencia hacia el sufrimiento de los demás. Por alá, es que hay magistrados, jueces, congresistas, senadores, ¡Incluso famosos de la televisión! Siento una mezcla de rabia y repugnancia, pero me obligo a mantener la compostura. Es difícil contener la ira que hierve dentro de mí mientras observo a esos hombres poderosos, con sus trajes caros y sus sonrisas arrogantes. Sin poder callarme más tiempo, me acerco y susurro a Said con amargura: —Mira a estos malnacidos, a esta porquería es la que gobierna nuestro país y hace las leyes. Said me mira con gesto turbado y responde en un susurro igualmente cargado de emoción: —Hoy van a caer, vamos a encargarnos de que todos queden grabados. Sus palabras me reconfortan un poco,
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