Todos los capítulos de La tentación del CEO: Esposa ciega, vuelve a mí: Capítulo 91 - Capítulo 100
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91. Invencibles
Amir Decir que estoy nervioso sería quedarme corto, pero mientras más tiempo paso con los pequeños diablillos más feliz me siento y aunque trato de evitarlo, también estoy molesto. Molesto porque me he perdido todos los primeros momentos importantes: su nacimiento, sus primeras palabras, sus primeros pasos y todo debido a mi maldito ego, mis mentiras y la desconfianza que puse en Samira. Porque si, sé que podría simplemente culparla a ella por haberse ido sin hablar, pero yo la empuje a eso. Yo fui quién le mintió, que nunca le dijo con todas sus letras que la amaba y debí hacerlo, joder, lo debí hacer porque lo hacía. Lo hago con todas las fuerzas de mi corazón y ese es un error que pienso remendar cada día que me queda de vida. Empezando justo ahora. Veo como Samira toma uno de los monitores que compré para los bebés y evitando mis ojos sale de la habitación y entonces hago mi primer movimiento. Mis manos la toman de la cintura y tomándola por sorpresa la pego a la pared ant
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92. Ha caído en la trampa
Samira Había pensado que después de todo lo que me había pasado y las secuelas que eso ha tenido en mí en los últimos años, no podría volver a tener intimidad nunca más, es que el simple hecho de pensar en el contacto me hacía sentir ansiosa. Sin embargo, aquí estoy. Acostada en esta cama que tanto he extrañado, dejando que este hombre sexy y maravilloso me hiciera suya, me mimara y me amara de formas que solo él sabe hacer. Los labios de Amir se mueven por cada una de mis cicatrices, por cada una de mis imperfecciones y con cada beso que me da, con caricia que deja en mi piel, es como su parte de mi alma se sanara. Como si sus manos, su amor y su protección fueran todo lo que necesito para levantarme otra vez. —Te necesito…—digo en un jadeo urgido, porque estoy lista. Todo mi cuerpo lo está y la necesidad de sentirlo por completo, de tenerlo dentro mi me está enloqueciendo. —Oh, vaya princesa, recuerdo que amabas los preliminares ¿Por qué estás tan ansiosa?—me dice y no es difí
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93. Usted no es la prioridad
Amir Mi mente no ha dejado de dar vueltas desde el instante en que la princesa salió de la mansión con los diablillos hacia el hotel. No puedo ni siquiera describir cómo me sentí al verla marchar. Estoy harto de esta situación, y me he dado cuenta que Mossad o no, protección a testigos o no, voy a llevar a mi mujer y mis hijos conmigo. Más le vale al maldito agente no intervenir en mi camino, porque ahora que sé que Karim viene en camino, nada me va a impedir ser yo quien cuide de Samira y los niños. Ellos no fueron capaces de hacerlo antes, que no piensen que voy a confiarles lo más valioso que tengo a ellos otra vez. Parqueo enfrente del hotel que se ha convertido prácticamente en nuestra sede y le lanzo las llaves a uno de los chicos del valet que las agarra a vuelo antes de adentrarme en el lobby y caminar directo a la sala de juntas dónde deben estar todos. A diferencia de la última vez, hoy no escucho absolutamente nada desde afuera de la puerta, casi me espero encontrar con
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94. Detenido
Samira Puedo ver cómo las cosas están muy cerca de salirse de control, pero no podía quedarme callada. No iba a permitir que Amir pusiera su vida en riesgo sin tener un respaldo, algo que nos asegurara que si las cosas se ponen feas van a estar ahí para ayudar. Sin embargo, había olvidado lo perspicaz que puede ser mi esposo, por algo es el abogado más temido de todo medio oriente y puedo ver como la furia se ha encendido en su mirada. Si no hago algo para detener esto ahora, todo puede terminar muy mal. Pues al final del día, ellos siguen siendo los agentes especiales del Mossad y frente a aquello, nosotros no somos nada. —Muy bien, vamos a calmarnos—digo poniéndome en pie e interponiéndome entre ambos hombres. Mis palabras solo hacen que me gane una mirada iracunda de parte de Isaias y me duele, porque a pesar de todo desde hace tres años que él se ha encargado de darme seguridad y en ese tiempo nunca me vio de la forma en que lo está haciendo ahora. Además, se que él esperaba
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95. Necesito tú ayuda
Samira Estoy a punto de enloquecer y hacer alguna estupidez como lanzarme encima de Isaias para evitar que se lleven a Amir, cuándo me quedo de piedra al escuchar la carcajada que sale de Amir. Eso es lo único que consigue sacarme de mi estupor, pero en lugar de tranquilizarme solo consigue alterarme mucho más, pues algo me dice que es una señal para antes de que la tormenta final se desate. —¡Tiene que ser una m*****a broma!—grita, al mismo tiempo en que yo digo sobresaltada: —¡No puedes hacer esto! Los ojos iracundos de Isaias se pasean de Amir hacia mí como si fueramos las personas más desagradables de la historia y en su mirada solo veo rabia y… decepción, antes de enfocarse únicamente en Amir, lo que hace que mi estómago se apriete de inmediato preparandome para lo que viene, que ´se que no será nada bueno.De eso ya estoy segura. —¿Acaso le parece que tengo cara de payaso, señor Rahal? —dice Isaias destilanto ironía en cada palabra—Usted quiso dárselas de atrevido, ahora de
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96. Su cabeza tiene un precio tan prometedor
Amir La rabia que estoy sintiendo me tiene con todos los músculos del cuerpo tensos. En especial cuándo ese agente de mierd4 me lanza a una celda como si fuera un maldito delincuente, sin embargo, en ningún momento he borrado la sonrisa prepotente de mi rostro y sé que eso estaba enloqueciendo. Lo compruebo justo cuándo al cerrar, Isaias me lanza una mirada de rabia y me dice: —Ya veremos cuánto te dura esa estúpida sonrisa. Al escucharlo, y simplemente para cabrearlo más, amplío al máximo mi sonrisa e inclino un poco mi rostro hacia la izquierda como si estuviera evaluando la situación, notando como las venas del cuello del hombre empiezan a marcarse, seguramente por lo mucho que se está conteniendo para no matarme. —Te ha dado en el ego, ¿No es así? —No se de que mierd4 hablas—oh, claro que lo sabe, y es aquí cuándo, borrando la sonrisa me acerco más a los barrotes y lo miro fijamente a los ojos antes de decir: —¿Ah no? Entonces permíteme que te refresque la memoria—le digo
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97. Traidores en el Mosad
Amir Observo cómo la agente esposa a los tipos y los deja sujetos a los barrotes de la celda. Sus movimientos son rápidos y precisos, y no puedo evitar preguntarme por qué está aquí, sin embargo no pienso bajar mis defensas, todas mis alarmas me gritan por que aquí hay gato encerrado. En especial ahora que sé que más de uno en el Mossad quiere mi cabeza en bandeja para llevarla a Karim. Finalmente, Aida termina su trabajo y solo entonces lleva sus ojos hacia mí, y me encuentro con su mirada. No puedo descifrar lo que hay en sus ojos, pero entonces hace una señal con la cabeza, invitándome a salir. Sin embargo, está loca si cree que voy a obedecerla como un perro a su amo, para marcar mi punto me cruzo de brazos y no me muevo de mi lugar. —Me ofende que piense que voy a seguirla—niego con la cabeza—No soy tan estúpido como para irme contigo voluntariamente, mucho menos después de lo que acaba de pasar—, le digo, manteniendo mi posición firme. No confío en nadie del Mossad en este mo
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98. Necesito que lo liberen
Samira No esperaba que mi regreso a la mansión fuese por una situación como esta, pero lo cierto es que tengo los nervios de punta mientras me bajo con los pequeños, gracias a alá, no tengo ni que tocar la puerta pues esta se abre antes que incluso pueda llegar a levantar la mano y al inclinar la cabeza me encuentro viendo de frente a un muy sorprendido Said. Nuestros ojos se encuentran y veo cómo él va bajando la mirada hacia el pequeño que llevo en brazos y luego hacia el que agarro de la mano y por la forma en que su rostro palidece me preocupa que vaya a desmayarse en cualquier momento. —Ni se te ocurra desmayarte, no puede ser esa la primera impresión que le das a tus sobrinos—le digo y con eso consigo que sus ojos estén nuevamente en los mios. Pero, si con eso intentaba calmar su impresión, el resultado es todo lo contrario, pues ahora creo que a Said está por darle un infarto. —Mis… ¿Mis sobrinos?—me dice y lo veo inclinarse cobre Malek que está en mis brazos, antes de solt
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99. El juego ha cambiado
Samira Las últimas horas se convierten en un torbellino de estrés y tensión, pues esperar nunca ha sido agradable, mucho menos cuándo sabes que la persona que ama puede estar siendo lastimada. Por eso cuándo Said me insinúo que debía quedarme a esperar noticias suyas con su padre, quién para mi absoluta sorpresa terminó siendo un comandante en jefe muy importante del Mossad, le dije que estaba loco, que o iba conmigo o llegaba por mi cuenta. Y es por eso que ahora nos encontramos metidos en una sala de espera lo más traumática, me siento a punto de ser interrogada. Todo es blanco y de metal y el olor a desinfectante es tan fuerte que está haciendo lagrimear mis ojos. —Lo hacen posta—escucho entonces la voz de Said, quién se ha mantenido tenso y callado desde que llegamos. —¿Qué cosa?—me arriesgo a preguntar y veo cómo él se acomoda en su silla como si no se sintiera a gusto ni en su propio cuerpo. —Todo, desde el desagradable olor hasta la estúpida espera, todo lo hacen a posta
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11. Me tiene a mi, polluelos
Amir Ni siquiera verle la cara de coraje al idiota de Isaias, me logra quitar la inquietud que siento al saber que el Mossad quiere joderme, y no solo eso, sino que además están trabajando con Karim. Lo único que ahora mismo me genera algo de paz es saber que ese animal está convencido de que la princesa está muerta, prefiero mil veces ser yo el receptor de su monstruosidad a tener que verla a ella nuevamente enfrentarse a ello. Si estábamos buscando un momento para actuar en definitiva tiene que ser este, no voy a poder descansar ni mucho menos estar tranquilo hasta no saber que ese imbécil está tres metros bajo tierra y con los gusanos comiendose su cuerpo. Han pasado veinte minutos desde que le envíe el mensaje a Samira y si no la llamé es únicamente porque necesito asegurarme de que mis llamadas no están siendo chuzadas, ahora mismo todo me causa desconfianza. Agarro mi celular y estoy a punto de volver a mandar un texto cuándo la puerta del salón se abre y siento que vuelvo a
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