83. ¿Estás bien?
Cuando Irina conoció a ese hombre en los Estados Unidos.Desde el primer instante, la figura de Sven irradiaba una impecable compostura, envuelta en un halo de discreta seriedad.Irina recordaba cómo, al principio, había sentido una leve turbación ante la presencia de aquel hombre que parecía nacido para destacar. Su porte erguido y su mirada firme proyectaban una innegable autoridad, una presencia que imponía respeto y, en cierta medida, incluso cautela.Sin embargo, mientras conversaban en ese jardín, algo estaba cambiando. Irina se sentía cada vez más cómoda a su lado. Notaba ese sutil acento ruso que le resultaba entrañable. Después de todo, ella ya no tenía familia en Rusia, y aquello le despertaba una incomprensible ternura.—Entonces, dígame, señor Sven, ¿de qué parte de Rusia es usted?La conversación fluía con naturalidad, y el tiempo parecía haberse detenido. Ni siquiera se habían dado cuenta, pero en ese instante, Sven se tensó. Irina lo percibió de inmediato, como una invi
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