Capítulo 11. Un sueño, una esperanza
Aisha no podía moverse, estaba atada con amarres de energía en las muñecas y tobillos delante del consejo de ancianos de su aquelarre. —No teníamos que llegar a esto, pero tú con tu rebeldía nos has obligado —argumentó Elmira, representante temporal del aquelarre por ser hermana de Amira, la madre de Aisha. —Por favor, se los ruego, la diosa Selene me ha elegido como Luna de uno de sus Alfas, denme la oportunidad de romper la maldición antes de tomar mi lugar como sacerdotisa. — ¡Niña mimada! —acusó Elmira, su piel era totalmente de piedra y sus ojos brillaron como dos luces azul neón en el fondo grisáceo, estaba indignada y furiosa—. Nuestro aquelarre se debilita sin una sacerdotisa, yo no soy la elegida para serlo, lo eres tú... —Escúchame tía, mi pareja brindaría seguridad al aquelarre y el poder de su territorio sería mío… —Mentira, no te atreves a dejarle ver tu piel, tu enamoramiento por ese hombre causará tu perdición Aisha. —Ahora es diferente, la diosa Sel
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