Valeria, Sebastián, Roger y yo estamos en mi pista privada observando cómo Camilo baja de su jet junto con dos hombres robustos de color. Camilo es alto, fornido, aunque su barriga se comienza a notar, como si hubiera descuidado el entrenamiento o su alimentación, es de piel blanca, con ojos oscuros y barba. Lleva puesto ropa como si viniera de la playa, tiene anillos de oro, cadenas de oro y aretes de oro, gigantes, como si quisiera que todos lo notaran. Se acerca a nosotros y chifla en cuando nota a Valeria, ella se levanta sus gafas de sol con una sonrisa.—¿Qué es esta belleza, ome? —exclama en español, con un acento paisa.—¿Cómo estuvo el viaje? —le pregunta Valeria, él hace una mueca con su boca.—Largo —contesta, pero esta vez lo hace en inglés—, pero ya estamos aquí.—Él es Alex Lennox, el hombre del que te hablé —me presenta Valeria.Camilo se acerca a mí y me tiende la mano. Se siente ligeramente áspera al tacto.—Es un placer —le contesto—, él es Roger, es mi mano derecha.
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