El sol de la tarde inunda la casa con su cálida luz tenue, mientras dos pequeñas niñas corretean por los pasillos, sus risas resonando alegremente. Una pequeña Vanessa de siete años, corre rápidamente, sus largas trenzas negras se mueven al ritmo de sus rápidos pasos. Detrás de ella, la pequeña Tatiana, de solo cuatro años, intenta atraparla, riendo con el mismo entusiasmo.—Nessa ven. ¡Te voy a atrapar! —grita Tatiana, esforzándose por seguir el ritmo rápido de su hermana mayor.Vanessa se detiene un instante para mirar a Tatiana con una sonrisa traviesa, pero al tenerla cerca, deja salir una fuerte carcajada antes de volver a correr aún más rápido, burlándose suavemente.—¡No puedes atraparme, Tati! ¡Eres tortuga! —responde la pelinegra, su voz llena de alegría.Las niñas continúan su juego, girando por las esquinas y esquivando muebles, hasta que Vanessa se detiene abruptamente al pasar por el salón. Allí, sentada en una silla junto a una mesa pequeña, está su nona, leyendo las ca
Leer más