Vanessa camina hacia su coche, tratando de mantener su compostura después de la tensa reunión. Para ese punto, ya la luz del sol comienza a desvanecerse, pintando el cielo con tonos cálidos de anaranjado y rosa, una calidez que no logra calar dentro de ella. Mientras se acerca a su vehículo, escucha pasos rápidos detrás de ella y aunque en un principio los ignora, termina siendo sujetada del brazo y girada de forma un poco brusca para encontrarse con el rostro un poco pálido y molesto de Emil.—¿A qué estás jugando? —pregunta, su voz cargada de reproche mientras la mira.Vanessa se detiene, sintiendo el peso en sus hombros volverse mayor. Sus ojos se encuentran y por un momento, el dolor y la frustración son palpables entre ambos.—Emil, por favor... —comienza, pero él la interrumpe, su voz firme y cargada con todas sus emociones.—No, déjame hablar —insiste, dando un paso más cerca y uniendo más sus cuerpos—. No puedo creer que realmente estés dispuesta a seguir adelante con este abs
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