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Todos los capítulos de El Stripper Misterioso : Capítulo 81 - Capítulo 90
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¿Inocente o culpable?
Gabriela se quedó boquiabierta, mientras Melanie estaba confundida y sin saber que contestar. El oficial le colocó las esposas a Gerald mientras le recitaba de memoria el código Miranda y lo sacaba del lugar.—Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra. Tiene derecho a llamar a un abogado… —Gerald caminaba cabizbajo ante la mirada del resto de los empleados del sanatorio y de los pacientes.—¡No, no se lleven a mi hijo! —gritó desesperada.— ¡Él es inocente! No se lo lleven por piedad, no me alejen de nuevo de mi hijo —se lanzó de rodillas al suelo apretando su vientre con fuerza. Gabriela se levantó, fue hasta donde estaba la mujer, la abrazó y ambas se refugiaron una en la otra. El cuerpo de Aaron fue retirado de la habitación mientras los detectives recogían las pruebas del homicidio, el arma aún en la mano del multimillonario, la base de la lámpara a un lado con los restos de sangre y cuero cabelludo. Luego que los oficiales salieron del s
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Simons juega sus cartas...
Smith llegó a la empresa, la reunión de socios ya había comenzado. El nuevo CEO de la empresa era nada más y nada menos que Lilith Fleur, la mano derecha y espía de Simons Cliffort. —Por instrucciones del socio mayoritario, yo debo ocupar el cargo de CEO provisionalmente en la empresa, por lo que la ausencia tanto del Sr Fitzgerald, nuestro antiguo socio, que en paz descanse, y del mismo Sr Cliffort quien se encuentra recuperándose de su enfermedad, requiere que se realicen algunos cambios inmediatamente. —Disculpe —interrumpió Smith al entrar a la sala de juntas— No sabía de la reunión. —No se preocupe, Sr Smith. Hasta ahora no hemos entrado en profundidad en la reunión. —Smith asintió y ella continuó con su ponencia sobre el nuevo organigrama que se emplearía durante ese período. Para el abogado de la empresa, aquello era impresionante, lo que no imaginaba era lo que ocurriría segundos después de terminar la reunión. Los miembros de la junta directiva y los jefes de departamento
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La cena familiar
Gari se sentía entre la espada y la pared; no esperaba aquella jugada sucia de su suegro. Él era un hombre que siempre había trabajado para merecer aquel dinero, no era simplemente el hecho de estar casado con Samantha por lo que tenía algunos beneficios. Indignado, fue a la habitación donde se encontraban su madre y su hermano para llevarlos a la mansión, a la bendita cena que su esposa había programado. El pelirrubio entró a la suite, su hermano y su madre, aguardaban ansiosos por él.—Hijo, al fin llegas. ¿Cómo está él niño? —preguntó April, y Guy quién desconocía los últimos acontecimientos familiares, se quedó sorprendido al escuchar a su madre.—¿De qué niño hablas, mamá? —April se cubrió la boca, había cometido la imprudencia de decir algo que no debía. Gari tuvo entonces que responder ante la pregunta imprudente de su madre.—Tengo un hijo —el chico de ojos verdes, lo miró aún más asombrado.—¿Un hijo? Vaya y hasta ahora me entero que tengo un sobrino. —Gari —se excusó
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Juego perverso...
Luego de la cena, todos pasaron a la sala principal para tomar un digestivo a base de licor, un buen amaretto. Simons se despidió de los nuevos huéspedes para ir a descansar, aún no se recuperaba del todo, eso y tener que soportar a la familia de su yerno era algo incómodo para el multimillonario excentrico; sólo esperaba que esta nueva idea de su hija de meter a aquella gentuza en su casa, funcionara como esperaban. Gari aprovechó que su madre y Susane estaban conversando y que su esposa y su hermano parecían bastante entretenidos, para ir hasta la habitación y llamar a Priscila. Necesitaba escuchar su voz, saber de su hijo. —Hola, mi amor. ¿Cómo estás? —preguntó en voz baja.—Bien, mi amor. Un poco agotada, pero feliz de ver que Gael está bien. Recién le di de comer un poco. ¿Vendrás mañana a buscarnos?—Claro mi amor, allí estaré a primera hora. No veo el momento de estar a tu lado, de verte, y tenerte entre mis brazos, verte enloquecer de ganas…—No sigas diciéndome esas cosa
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Volátiles 🔥
Samantha se dejó llevar por las ganas, sus manos acariciaron la fuerte anatomía de su cuñado. Sus espalda musculosa, sus brazos torneados, sus nalgas firmes, todo un monumento escultural cincelado en mármol, pero que ardía y la hacía arder.Las voces de las mujeres conversando y la risa de estas, los hizo separarse rápidamente. Samantha se sentó en el sofá y Guy fue hasta el bar para servirse otro trago y ocultar el abultamiento pélvico. April se acercó hasta la sala para ver si su hijo estaba aún allí. —Guy, hijo. Creo que es hora de dormir. —En seguida subo mamá. Ve y ya te alcanzo, sólo tomaré un trago más. —dijo sin voltear a verla.—Bien —contestó— Qué tengas buenas noches, Samantha —agregó. —Igualmente suegrita —dijo, mirando a otro lugar.April quien suele ser muy perceptiva, notó la incomodidad de ambos por la presencia de ella y Susane en aquel lugar. Como nadie, ella conocía a Guy, sabía lo extrovertido que era, tan diferente a Gari. Algunos excesos y sobreprotecció
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¡No puedo!...
Cuando Gari despertó fue hasta su habitación para arreglarse, sólo esperaba que Samantha estuviese dormida y no tener que lidiar con sus reclamos y celos justificados, sí, realmente justificados, de la mente del pelirrubio no salían, ni por un momento, pensamientos y deseos hacia Priscila.Abrió sigilosamente la puerta para no hacer ruido. Miró a la cama y allí estaba su hermosa esposa, profundamente dormida, Gari entró directamente al baño, se duchó y tomó de guardarropas el traje que usaría esa mañana. Aunque pensó en regresar a la otra habitación, terminó arreglándose allí mismo. Minutos después, salió de la mansión para ir hasta el hospital y buscar a Priscila, deseaba tanto estar a solas con ella, la necesitaba como hombre. Al entrar a la sala de esperas, se encontró con Theodore ¿Qué hacía él allí? Aquello era algo que no entendía y que debía resolver, no teniendo la aprobación para el uso de sus tarjetas, Priscila tendría que ir a casa de aquel sujeto, que si bien le debía e
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Un alto precio
El desconcierto reinó por algunos segundos, Priscila se sintió realmente aturdida con aquella respuesta de labios de su amante, ella se incorporó y bajó del escritorio. —Lo siento, mi amor.—No te preocupes, Gari. No pasa nada —dijo. El pelirrubio notó la decepción y el enojo en su rostro. Él la abrazó, estrechando su cuerpo contra el suyo, tratando de olvidar sus preocupaciones, Priscila no era la culpable de lo que le estaba pasando. Ella, en cambio comenzó a llenarse de dudas, quizás Gari ya no la deseaba como antes.—Creo que es mejor que te vayas, debes trabajar ¿no? —se apartó de él. Gari chasqueó la lengua como un gesto de frustración.—Prometo que no volverá a pasar, mi amor. No sé lo que me pasa, tengo tantas preocupaciones que…—Ya Gari, no me des explicaciones —el tono de su voz esta vez fue hostil. El pelirrubió cerró los botones de su camisa, se arregló el pantalón, limpió con el antebrazo los restos de fluidos en sus labios y salió del salón. Ella permaneció al
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Duda confirmada
—¿Vas a salir? —preguntó Kate al ver a Smith, tomando las llaves de su auto.—Sí, debo reunirme con el fiscal y el abogado defensor de… —hizo una pausa— Gerald Fitzgerald —Kate se incorporó rápidamente en la cama.—¿Qué tú eres qué? ¿Por qué no me dijiste que ibas a ser el abogado de Aaron Fitzgerald? —dijo visiblemente alterada.—Cálmate Kate, soy el abogado de la empresa, es lógico que lo hiciera, así como en una oportunidad tuve que defenderte a ti como empleada de la empresa ¿lo olvidas?—¿Cómo pudiste, Smith? Sabes que Gerald es inocente.—Si es inocente saldrá libre, ¿cuál es tu problema? —preguntó en un tono bastante hostil. Ver la reacción de Kate era desconcertante para él. —Él es incapaz de hacerle daño a su padre. Debiste negarte a hacerlo. —afirmó— ¡No entiendes nada!—Realmente no quisiera entender Kate, ¿qué es lo que te ocurre, eh? Por lo visto lo que debo entender es que aún estás enamorada de Gerald, ¿es eso? —Kate no tenía respuesta para aquella pregunta, no
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Tiempo perfecto
Priscila terminó de arreglar sus cosas, mientras a su mente venían los recuerdos de aquel encuentro con Gari. Se sentía tan desconcertada con lo ocurrido que no podía concentrarse en todo lo que debía hacer. Gari, en tanto estaba en la funeraria donde se llevaría a cabo la cremación de Aaron Fitzgerald. Era desalentador ver tan pocas personas reunidas en aquel lugar. Realmente era parte de lo que aquel frío, arrogante e impotente hombre había creado en su vida, relaciones vacías, convenientes y pocos sinceras. —Es lamentable que un hombre como él, terminara así —comentó la nueva CEO de la empresa. Gari aplanó los labios, no quiso comentar al respecto.— Tener que morir y a manos de su propio hijo. ¿No le parece terrible, Gootemberg? —Sí, realmente sí. Aunque aún debe hacerse el juicio para demostrar que efectivamente Gerald lo hizo.—Es raro oírlo a usted defenderlo, mucho más después que usted y su esposa se entendían. —espetó la mujer. Gari la miró con el entrecejo fruncido. Sie
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Felices los cuatro ¿o los seis?...
Theodore salió de la empresa y regresó a su mansión. Al llegar se sintió tan solo sin la presencia de Priscila y Gael, que no quiso sentarse a cenar solo. Pensó en llamar a Annette, ella era una mujer muy madura a pesar de su corta edad y eso le agradaba al experto multimillonario. ¡Una mujer descomplicada y divertida! Eso era justo, lo que Theodore necesitaba esa noche. Le envió un mensaje, invitándola a cenar en un lujoso restaurante del centro de New York, una invitación difícil de rechazar; invitación a la cual, la rubia afrancesada terminó aceptando sin dudarlo. Al igual que Theodore, Annette se sentía sola. Sus dos amigas estaban viviendo su vida y ella, quedaba relegada sólo a esos momentos en que Kate o Priscila necesitaban de ella. Buscó en su guardarropas un hermoso vestido para lucir durante la cena, se arregló el cabello y se alistó para aquella cita. Para Annette, Theodore era un hombre interesante, lleno de experiencia, sabia como tratar a una mujer y aunque le d
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