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27 chapters
21
Conocí a esa chica: Nathalia pero la llamaban Natty. Era prima de uno de los chicos del club y al parecer era la tercera vez que pasaba una temporada allí. Tenía treinta años así que era más una mujer que una chica con la que pudiera tener roces por el tema de Diego. No lo había hablado mucho con él porque al final lo que me importaba es que él me quisiera a mi en aquel momento y no podía estar celosa de todas las chicas que pasaban por allí y con las que él se había acostado. Eran muchas.Y que no me caía mal, Natty era una tía guay.—¿Te puedo hacer una pregunta?Cuando estaba concentrada hablaba en voz baja. Diego deslizó sus manos por mis piernas semidesnudas.—¿Qué pasa ahora?Mojé la cuchilla en el agua del lavabo y le seguí afeitando.—¿Qué pasa con mi padre y esa mujer?—Pregúntaselo a él.—Pero te lo pregunto a ti.Apretó los labios, le pasé la cuchilla y la limpié de nuevo.—Es una mujer que baila en el bar, se ven y eso.—Ya, ¿pero están juntos juntos?Sonrió y enseguida su
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22
Estuve a punto de enfadarme, pero al final sí que pasamos unas vacaciones a solas. Habíamos pasado mucho tiempo juntos, pero nunca solos solos, sino más bien horas entre nosotros. La convivencia de un par de días se hizo fácil, maravillosa en realidad.Uno de los últimos días en la playa me desperté desnuda, enredada en las sábanas de la cama y toda la pequeña casa que habíamos alquilado olía a café. Encontré a Diego en la cocina, sus tatuajes brutos y oscuros rasgaban sus músculos encorvados sobre la encimera. Me deslicé descalza por la tarima y pasé mis manos por su espalda abrazándolo por detrás.—¿Y si nos quedamos aquí? —dije sabiendo que era imposible.—Vale —respondió aunque él sabía que era imposible.Antes de salir de vacaciones Diego había estado demasiado enfocado en el club y sus negocios, no había tenido mucho tiempo para nada ni siquiera para mi y no pensé que eso podría llegar a dolerme como lo había hecho. Tener durante cinco días su atención solo para mi me había revi
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23
Entró el frío y pisé por primera vez en años la casa de mi infancia. Me abrumó la primera vez, estaba todo lleno de polvo y parecía una casa ajena a nosotros, como si no quedaran recuerdos allí.—Vamos a meter todo en cajas y lo sacamos a la furgoneta, habrá algo que valga para el club o para alguno.Algunos miembros de la banda se ofrecieron a acompañarnos y así vaciar la casa más deprisa, pero mi padre se negó, creo en parte porque seguía sintiendo muchas cosas por lo que significaba aquella edificación que ya no tenía vida.—¿Por qué te ha dado ahora por vender la casa? Te lo he estado repitiendo por años.—Es tirar el dinero.—No lo digas como si no te sobrara dinero, ¿es por esa mujer con la que estás?—No es mi novia si es lo que insinuas.No quedaban fotos en toda la casa, mi padre tiró muchas en las que salía mi madre cuando ella nos dejó. A veces, casi nunca, pensaba en ella y en si tras la muerte de Ivon y su visita al club habría decidido que lo mejor era irse de la ciudad,
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24
—No puedes pasarte todas la navidades lloriqueando por un capullo —le dije a Noah.Me miró mal sobre el respaldo del sofá.—Tú tienes una relación perfecta, no vale lo que tú digas.Sí, bueno, horas atrás había discutido un poco con Diego al teléfono y llevaba unas semanas tan liosas que no nos habíamos visto mucho más que un par de veces que él apareció por el apartamento; pero sabía que no le gustaba estar aquí con Noah rondando, quería que estuviéramos solos y en parte yo también.—¿Sabes? Creo que lo que necesitas es un vibrador, te regalaré uno por Navidad.No mucho después golpearon la puerta de casa y resbalé del taburete para abrir. Una parte de mi ya sabía quién era porque era el único que aparecía tan tarde.Abrí la puerta y lo vi con su chaqueta de cuero y los vaqueros, y todos los tatuajes asomándose por su piel.—Hola —murmuré—. No pensé que vendrías, creía que estabas enfadado.Sacudió la cabeza y se apartó el pelo de la frente. Olía marihuana y a su colonia.Hizo un ges
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25
La comida de Navidad fue una de las mejores experiencias de mi vida porque nunca había estado unas Navidades rodeada de tanta gente que se tenía como familia.—Vas a intimidarles de tanto mirar —se rió Sheila a mi lado.Le pegué un trago a mi vaso de agua, tras lo de la noche anterior no podía ni mirar la cerveza.—¿Sabes el coñazo me ha estado dando estos últimos meses desde que la dejó ese tío?Y entonces estaba hablando animadamente con uno de los chicos de la banda y eso que sólo la había perdido de vista un par de minutos.—Y... ¿sabe ya tu padre que te vas a ir con Diego? —preguntó cubriéndose la boca con la cerveza.—Todavía no.No tardé mucho más porque esa misma tarde, cuando dejamos a Noah en el piso, Diego siguió conduciendo a un barrio residencial que no quedaba ni muy lejos del centro de la ciudad ni muy lejos del club. Había atasco por la Navidad pero así tuvimos tiempo de hablar.—Pensaba que hablaríamos antes de que compraras nada.—Te va a gustar.—No digo que no lo h
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26
—¿Y bien? —me insistía Gemma tras la puerta del baño—. Venga que no puedes quedarte a vivir en el baño.—¡Me queda fatal!—Que no, joder, sal ya. ¡Diego! —chilló—. ¡No quiere salir y llegamos tarde!¿Por qué metía a Diego? El vestido me quedaba mal y punto. Por mil vueltas que diera frente al espejo no había forma de que me viera bien.Golpeó la puerta del baño con los nudillos y su voz grave atravesó la madera.—Abre la puerta —me ordenó.Era increíble lo que hacía en mi. Quité el pestillo y entró cerrando la puerta detrás de él. Nuestro baño era grande, gigante me parecía a veces con un amplio espacio en el que ya había dado mil vueltas.—No me gusta para nada, no quiero ir así a la boda.—Nora no me jodas, estás preciosa, eres la mujer más guapa que hay.—El vestido me queda horroroso —repetí—. ¿Es que no me entiendes?A él le quedaba genial el traje, la camisa blanca resaltaba sus tatuajes y sus músculos, y el pantalón le sentaba como un guante. Era la primera vez que lo veía así
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27
—¿Te queda mucho? Nos estamos durmiendo.—Media hora, te lo juro.Reí suavemente.—Bueno... —susurré—. Intentaremos esperarte.Ser padres no era difícil pero sin duda era mucho mejor cuando estábamos juntos.Las pequeñas manos de Leo se aferraron a mi pecho y su cabeza casi ni pesó en mi hombro.Diego llegó en media hora de reloj, sus llaves tintinearon abriendo la puerta y me levanté del sofá con Leo en brazos aunque se revolvió y en cuanto lo dejé en el suelo sus pequeñas piernas corrieron a su padre.—¡Papá! ¡Papá!Lo levantó en volandas, Leo era pequeño pero echado contra el cuerpo de Diego parecía diminuto. Diego era un buen padre, no podría estar formando una familia con alguien que no fuera él porque era perfecto. Diego nos quería, nos protegía. Su mano era más grande que la cabeza de nuestro hijo cuando le acercó para besarle la cabeza.—¿Y tú te vas a quedar ahí? —me dijo.Al acercarme, sus brazos me acogieron a mí también. Traía el frío de la calle pero no me importaba porqu
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