Darek Adams —Argelis, ¿Dónde están los documentos de la empresa alemana? —le pregunto por medio del teléfono. —Los dejes en su escritorio esta mañana —responde, miro el escritorio y no hay nada allí. —No están, ¿segura de que los dejaste aquí? —cuestiono, —¡Oh, Dios!, lo dejé en el escritorio del señor Cooper, se los llevo enseguida —suspiro. —Bien —cuelgo, mi teléfono personal timbra y es Litza, no esperaba llamada de ella por un buen tiempo, no después de haberle robado ese beso—Hola, ¿Cómo estás? —interrogo en el momento que pulso el botón verde. —¿Puedo verte? —me pregunta. —¿Cuándo? —interrogo. —Ahora, necesito verte —susurra. —Claro, envíame la dirección —cuelga y me llega un mensaje con su ubicación, me pongo de pie y tomo mi chaqueta. Saliendo de mi oficina me encuentro con Argelis que me observa confundida—. Se me presento una emergencia, revisaré esos documentos luego —le digo mientras me dirijo al ascensor, le pulso y enseguida abre, me agrada tener uno personal.
Leer más