Carlos resopló. —Bella, no me pongas en aprietos, yo no soy un mentiroso, ¿cómo voy a enseñarte a serlo?Uno de los asistentes, envidioso, comentó: —Señorito Sánchez, se nota que usted y su novia se llevan de maravilla.Bella intentó explicar: —Yo no soy...—¡Bien dicho! ¡Bien, que se queden todas estas cosas!Exclamó Carlos, haciendo sonreír a todo el personal presente.Llovieron elogios y cumplidos sin parar.Bella decidió callar, pues no conseguía intervenir.Carlos sonrió aún más, haciéndose irresistiblemente atractivo.Entre probarse ropa, escoger joyas y maquillarse, pasaron al menos un par de horas.Cuando Bella se miró al espejo, tuvo que admitir que los profesionales habían hecho un excelente trabajo, resaltando todas sus mejores cualidades.Por su parte, Carlos se había puesto un elegante traje blanco y se había peinado hacia atrás, un estilo que en otras personas podría resultar desastroso, pero que en él adquiría un porte aristocrático e irresistible.Finalmente, ambos esta
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