Miranda, que no había podido dormir en dos noches por la tensión, finalmente se tranquilizó: —Gracias a Dios, Ezequiel, me asustaste mucho.—Denme el alta.Ezequiel giró la cabeza y sus ojos fríos se posaron en el rostro de Miranda. Si Aurora no aparecía, él no podía quedarse en el hospital.—¿Cómo puedes darte de alta en tu condición actual?Al oírlo pedir el alta, Miranda se alarmó de inmediato. Pero lo escuchó toser y continuar diciendo: —¡El alta!—Esto...El médico lucia apesadumbrado, pero si el señor Mendoza insistía en salir, ellos no podrían detenerlo. —Señor Mendoza, señora Mendoza, en su condición actual, el señor Mendoza puede darse de alta. Haré que el personal médico vaya a su casa diariamente para revisiones y chequeos, así cualquier problema se detectaría rápidamente.—Bien, doctor, se lo agradezco, el costo no será un problema.Miranda quería que se quedara hospitalizado, pero no quiso ir en contra de sus deseos, así que retrocedió.Lautaro se encargó del papeleo de a
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