Al día siguiente Niall no pudo dormir, el recuerdo de sus dulces labios, la tristeza que amagaba en su corazón le impidieron tener calma. Se levantó temprano, decidió caminar hasta el río de GreenBlue que cruzaba con la mansión. Observó los pecesillos, él se sentía como uno de ellos, peor Cory era su agua, ahora se sentía morir. «Claro que nadie muere de amor, pero una parte del alma, si muerte, lo sé bien», pensó —Niall. Esa voz lo hizo estremecer, se giró perplejo, Cory estaba ante él. —Cory… ¿Qué haces aquí? —exclamó, tragó saliva, la ansiedad lo consumía. Cory tocó su cabeza, que dolía, tenía un semblante pálido, y ojeras marcadas, parecía haber dormido mal. —Yo… ayer… ¡No debió pasar! No digas nada, Niall, por favor —exclamó y rompió en llanto. Eso fue peor de lo que Niall quiso escuchar, le dolió. Se acercó a ella, que cubría su rostro con sus manos, mientras lloraba, tocó sus manos. —No llores más, Cory, por ti, yo no hablaré de nada, si quieres hacer como que esto n
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